viernes, 29 de abril de 2011

La cobra en la cesta de mimbre (2): sorpresas te da la vida


Carlos, en la vida cinematográfica, es un director más que independiente. FAQ, Próxima, Maximum Shame... son películas muy meditadas, en que cada plano es un nada fácil estudio, y en que todo está al milímetro: diálogos, luz, efectos.... Ayer, este tío logró insuflar en la escena teatral un soplo de aire fresco de más de dos mil años de antigüedad, al recuperar el Teatro de actores, de unidades y de fuerza: todo ello en un acto de magistral revisión académica que creía ya imposible en estos tiempos aciagos.
No voy a comparar a Atanes con Ibsen, salvo en un detalle: desde "un enemigo del pueblo", hace tres años, el teatro amateur de Curro y algunas obras de la Guindalera, no había vuelto a ver teatro del bueno. Y ayer me encontré con que Ana Mayo y Jorge Cabrera, sobre una madera de 5x5, sin más atrezzo que su voz, sus expresiones y la adecuadísima música de Marc Alvarez, lograron meternos en su pequeña cesta de mimbre durante 80 minutos. A esto podría abundar de seguro lo pequeño de la Sala Azarte y el que nos sentamos a sendos lados del escenario (háganlo, por favor), pero aun así, esta obra autoconcluyente, escrita y dirigida integramente por Carlos, se publicita por sí sola gustando -mucho- a todos.

Joder, lo harto que estaba ya de Bieitos, Krol Rogers, páginas -de mierda- en blanco, micciones, defecaciones, esputadas invectivas fratulentas en directo, violaciones directas e inversas, pantallas con performances, escenarios y vestidos fashion, minimalismo, basura en el patio de butacas, cat-atonía musical, remakes, reinvenciones, apropiacionismos... Pasa como cuando un grupo musical intercala -o esconde- notas del Requiem, el Canon, los preludios a la Suite de Bach o la mismísima Stairway to Heaven (por Dios, si me tapan a Muse me sale the Mission): que la gente flipa al encontrarse con un segundo -u ochenta minutos, cual es el caso- de armonía, y no quiere irse.

Enhorabuena por un trabajo espectacular y por demostrarme con hechos que, al igual que bajo la negra túnica de un frío guardían puede esconderse la dulce belleza de Carmen, dentro de una simple cesta de mimbre puedo encontrar un mundo.

L.

PS.- La foto la he colgado del FB de RFE: Don Rafael, suyos son los derechos de la foto y su facultad de pedirme que la descuelgue, cosa que haré de inmediato. No obstante, le ruego que me permita mantenerla. Gracias, L.

4 comentarios:

Rafael dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Rafael Fernández dijo...

Me alegro mucho que también a ti te haya encantado esta maravilla de obra de teatro. Espectacular.
La foto, por supuesto, es tuya y de quien desee animar a la gente para que se conviertan en espectadores de "La cobra en la cesta de mimbre". Un afectuoso saludo.

demagophobe dijo...

Muchas gracias, Rafael.
Un abrazo,
L

Anónimo dijo...

A mí también me ha gustado mucho. Se alcanza una atmósfera envolvente, diríase...cáustrofóbicamente troncocónica, hacia el infinito...
El actor, conmueve en la ingenuidad de su papel. La actríz, simplemente sublime. Los mensajes, unos cuantos para reflexionar...
(a.k.a. Rafa -no el anterior-, más bien re-bautizado por las circunstancias)