lunes, 11 de abril de 2011

La noche cae sobre Manhattan (Sidney Lumet, in memoriam)

Acogiendo la más que procedente sugerencia de Anónimo Constructivo (AC, que no DC), he estado pensando en las vueltas que da la vida, y en que es la suerte, más que nada, la que hace que te recuerden. Así, nos quedaremos con nombres como Ed Wood, Jarmush o Cameron, pero grandes y constantes trabajadores como Sidney Lumet se borrarán, paulatinamente, de nuestras memorias. A Dios gracias, peliculones como 12 hombres sin piedad, Serpico, tarde de perros o el príncipe de la ciudad no pasarán.
Lumet nos descubrió los claroscuros de Nueva York antes de que Woody allen la usara de escenario imparcialmente cómico. Plasmó las zonas grises del ser humano y la presión de los distintos grupos en que nos integramos, antes de que los directores actuales hicieran superproducciones sobre las mismas a base de dólares e infografía. Nos descubrió que no hay blanco ni negro y que, puestos en un cuerpo policial corrupto, en un jurado apático o en unos medios de comunicación implacables, no es difícil dejarse llevar. Fue trabajador, constante, serio, comprometido y profesional, pero todas las nominaciones a los Oscars, palmas de Cannes... que consiguió, parecen desaparecer ante estrellas, fugaces por ahora, como Judy Taymore o Spike Lee.

Recuerdo la primera vez que vi la noche cae sobre Manhattan: actor principal casi secundario, rodaje de director pretendidamente en declive.... Y según la película avanzaba, se veía que los grandes profesionales podrán descansar, pero nunca dormir. La historia de cómo un recién licenciado se ve envuelto en una lucha de poderes que acaba aupándole a Fiscal General y su cambio lampedusiano desembocan en el anticlimax del discurso a los nuevos fiscales adjuntos que deja mucho que pensar. Porque Lumet no hace grandes discursos que nos dejan con la lagrimita fácil. Nos hace pensar en que no es ilógico acabar como sus casi antihéroes. Y eso, señores, es la magia del director que nos acaba de dejar. Descanse en paz, maestro.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy atinadas reflexiones, y bastante precisa la aprehensión del universo del genio que nos deja, en apariencia, pero que nunca nos dejará, porque las imágenes de su creación han quedado incrustadas en nuestra memoria.

Anónimo dijo...

Yo añadiría a esa selección, El Veredicto (final), una vivificación -una más en su filmografía- de la figura del perdedor, del que tanto prometía y bajó a la degradación, pero que al final tiene su momento de redención, no exento de tradición. Claro, también ayuda un Paul Newman como siempre en registro alto; las escenas jugando al pinball en el bar, o yendo a los velatorios, impresiona.
Un cinéfilo

Anónimo dijo...

que denunciara las corruptelas de los cuerpos policiales, y de la justicia, tantas veces y en varias décadas, es de alabar, pero en el fondo bastante inquietante, ¿pensaría que no hay solución?

Anónimo dijo...

De vez en cuando los programadores de TV se equivocan y lo hacen bien. El domingo pasaron la última del maestro, Antes de que el diablo sepa que has muerto, en el que se concentra y elevan todavía más si caben los demonios de nuestra sociedad actual. Cuánto pulso narrativo y qué diálogos. Y qué Marisa Tomei, dicho sea de paso.