martes, 27 de junio de 2017

El mejor 13 rue del percebe, por Juan Manuel Muñoz Chueca



Gracias por dar vida a mi guión, Maestro. Nos vemos en la próxima aventura de Mortadelo

lunes, 26 de junio de 2017

pieles, de Eduardo Casanova




Si se aguanta el perturbador envite de los primeros 20 minutos, si nuestra moral logra superar la presentación de los personajes, la lectura final de esta película es bella, por contrapunto a la repugnancia que Casanova nos arroja de primeras a la cara.
Dudo si -dudo que- la crudeza de las situaciones obedezca al mero afán provocador o al fácil intento de depurar la sala de espectadores que no estén preparados para llegar al final de esta parábola de seres horrendos. Es mas bien el comienzo del proceso de decapado espiritual en que consiste esta película. Un velo de aberración y rechazo que, si se tiene la valentía de descorrer penetrando el alma y las circunstancias de cada freak de esta parada hasta el último minuto de la grabación, pone de manifiesto la belleza de la valentía, la resistencia, el afán de maternidad, el recuerdo y, sobre todo, el deseo de ser queridos, que nos hermana a todos. 

El mérito de esta película convertida en objeto de culto desde el mismo día de su estreno es que nos lleva de la mano en un viaje circular en que deformidad y belleza acaban confundiéndose, al hacer aflorar lo que la fealdad atesora para no morir, y a la vez desenterrar el abono de lo considerado bello. 

Ya lo hizo Bacon a su manera, ahora lo hace ese niño gay de Aida...

... que creció, y pintó de rosa todo lo que le rodeaba





sábado, 24 de junio de 2017

Sueño, de Andrés Lima

La relación del hijo con la figura paterna es compleja hasta extremos que solo llegamos a conocer cuando dicha figura deja de estar. Es entonces cuando la hostilidad se convierte en culpa, y el culpable intenta a su manera aliviar tal sentimiento, en ocasiones a través de un homenaje. El de Andrés Lima es bello y duro, al combinar la obra más bella de Shakespeare con la plasmación del bonvivantismo irresponsable que no ceja ante la cercanía del fin, plasmado en la vejez que devuelve a la forzada -y fragil- niñez física; aquella que va en pañales, se cae y no se avergüenza, más que ante determinados recuerdos. El resultado, una obra potente y dulce, que no necesitaba la estroboscopia para lucir por sí sola.

miércoles, 14 de junio de 2017

The leftovers, o la elegancia de la sencillez final


Comenzó difícil, se desarrolló como una gran fábula sobre la posibilidad de que Dios puede resultar ser quien menos quiere serlo, y terminó como una gran historia de amor, donde ese amor que nunca claudica, al final todo lo puede. Una reconsideración de la epístola de San Pablo, solo que esta vez los corintios van de blanco, fuman y piensan que el mundo se terminó el día de la Gran Desaparición, y los vivos no son los muertos, sino los condenados. Al final, la trama que parecía imposible de resolver, se zanjó del modo mas elegante y sencillo, mediante el amor que intuíamos en los cuentos de princesas, en las gestas de los héroes, en las vidas de los Santos. Ese amor que solo se encuentra al final del túnel, si se avanza lo suficiente y nos quedamos sin oxígeno para volver. 

En ese punto en que la oscuridad es tan cerrada que nos traga, o se rinde y termina herida por la luz.

Una serie para degustar con paciencia, curiosidad y la inocencia de quien yerra, pero intenta no pecar

martes, 6 de junio de 2017

El cuadro inacabado de Frida Kahlo


Frida la infeliz, la desequilibrada por amor, la que todo quiso, y todo intentó. La que buscó el secreto de la vida en los incorrectos lechos y acabó en uno de dolor.

La cómplice y eternamente curiosa Frida dejó un cuadro inacabado que, hasta hace relativamente poco, se exponía en el caballete de la habitacion estudio de su casa museo.

Era un cuadro de Stalin, y no fue por casualidad.

Tengo una teoría sobre Frida, Trotsky, Mercader y una oscura asociación que algún día verá la luz

O no

Refugio, de Miguel del Arco (Centro Dramático Nacional)

Fui ya hace unas semanas y, por una u otra razón, no cumplí la palabra dada a alguien. Inspirada en Teorema, del Pasolini maldito, coge simplemente la idea básica de esa película, para demostrar la fuerza se la palabra. El escenario es, al menos para mi, una inteligente boca que, al final, se traga a todos, y demuestra que hay dos tipos de voces: las que hablan para manipular a otros, y las que nos hablan sin palabras, para enfrentarnos al espejo de nuestras propias mentiras. El extraño atormentado por la culpa que oye sin poder escuchar y, así, elige las palabras que cree le dirigen, sus propias palabras. Y el propio al que no le quedan palabras ciertas, solo su fuerza, para mantener un precarísimo equilibrio creado gracias a la perversión de aquellas.

Quizás las palabras, y las voces, no olviden cuando son torturadas para la maldad, y vuelven para vengarse.

Nueva comisión al Sr. Alfaro Rey


Ya quería yo una calavera de cristal para mi gabinete de curiosidades. 

sábado, 3 de junio de 2017

El arte y la eternidad



Soy un admirador rendido de Chema Madoz, por mas de una razón. Y después del libro de Asturias que le encargó la fundación Masaveu (Sr. Madoz, regáleme una copia del vinilo-faro, se lo ruego), mi fibra mas nostálgica ha quedado seriamente afectada. Dicho lo cual, cumple decir que, ademas de un gran fotógrafo, es un intelectual empapado de historia del arte.

Es este mundo del arte moderno (abstracción hecha de las llamadas obras efímeras y la madre que las parió) asistimos a un proceso acelerado de mestizaje de las más distintas técnicas y disciplinas. Ya no hay solo fotografía, collage, ready-made o poemas visuales. Atrás quedaron los  caligramas de Apollinaire, las cajas del grandísimo Joseph Cornell o los collages de Max Ernst como obras raras por únicas. El bombardeo de datos y el acceso inmediato a toda la información sobre tendencias artísticas provoca un empacho cuyo sueño, igual que el de los románticos, debiera vomitar no monstruos, sino prodigios. Y así, si tiramos de Madoz, afloran Mackaoui, Isidro Ferrer, Joan Brossa, Man Ray, los Ready-Made, los collages de Alfonso Buñuel.... Si buceamos en Ai Weiwei nos sale una mezcla de Marina Abramovic, Niki de Saint Phalle o los rockeros cubanos que se inyectaron el SIDA en los 80 como acto de rebeldía. Y así, figuras como Alexandre Dumas, Sironi, el Bosco, Goya (siempre Goya) y ese primitivismo que Picasso supo hacer salir del hipotálamo atávico perviven ad infinitum. Eugenio D'Ors (uno de los pocos que en el franquismo podía criticar y salir impune) decía que en arte lo que no es tradición es plagio, y es harto difícil encontrar una obra 100% original. No por un afán de copia, sino por las influencias -conscientes o inconscientes- que todo creador despliega en el acto creativo y, seamos sinceros, por la consciencia de autodestrucción que impregna todo alma sensible y ae transmite al público en general (gracias, señor Jung, por arrojar cierta luz al respecto). De ahí que todo arte tenga algo de religioso y, si se bucea sin rubor, de funerario. No por morbo, sino porque, al trascender a su creador, da pistas sobre lo que nos trasciende a cada uno de nosotros. 

Egipto, los castigos del infierno de Dante vistos por Doré, las fotografías post-mortem, las diableries, los falsos esqueletos de sirena de los circos de freaks, las cabezas jíbaras reducidas, los trabajos de Joel-Peter Witkins o las masas que aplaudían las ejecuciones son todo uno, y son muestra de que el arte no muere, y resucita a los que en cada obra se encierran. 

El arte, siendo eterno, nos eterniza.

Perú


Perú es un lugar amable. De gente amable, que a veces piensa que el verdadero Dorado no era sino una fórmula que Pizarro se habría traido de vuelta al Bernabeu, en lugar de tanto oro. 
Un sitio de gente entusiasta de de la vida, que conserva algo que perdimos hace mucho: la curiosidad que se maravilla ante cada pequeño milagro diario.

En Perú, la comida sabe más, sin necesidad de ir a Astrid y Gaston. El caldo de gallina más sencillo, sorbido sin prisa en Abancay como parte del menú de cualquier casa de comidas, despierta cuerpo y alma.

Las mujeres policía reconvienen severamente, en esos uniformes maravillosos, a conductores capciosamente distraidos.

Las carreteras nunca acaban de terminar, siempre queda un kilometro más de glorioso paisaje, un último valle, un pequeño cementerio con 3 tumbas de espejos que recuerdan que el alma es lo que nos enfrenta cada día.

En Perú, el Inca pervive en el rostro arrugado de cada serrano, en el brillo del maiz negro, el frío seco de las carreteras que corren a cinco mil metros, el sincretismo de Vírgenes por siempre embarazadas -como la Pacha Mama-o la sal del chocolate. No hace falta subir al Macchu Piccu

Perú es mucho, quizás todo.