miércoles, 14 de junio de 2017

The leftovers, o la elegancia de la sencillez final


Comenzó difícil, se desarrolló como una gran fábula sobre la posibilidad de que Dios puede resultar ser quien menos quiere serlo, y terminó como una gran historia de amor, donde ese amor que nunca claudica, al final todo lo puede. Una reconsideración de la epístola de San Pablo, solo que esta vez los corintios van de blanco, fuman y piensan que el mundo se terminó el día de la Gran Desaparición, y los vivos no son los muertos, sino los condenados. Al final, la trama que parecía imposible de resolver, se zanjó del modo mas elegante y sencillo, mediante el amor que intuíamos en los cuentos de princesas, en las gestas de los héroes, en las vidas de los Santos. Ese amor que solo se encuentra al final del túnel, si se avanza lo suficiente y nos quedamos sin oxígeno para volver. 

En ese punto en que la oscuridad es tan cerrada que nos traga, o se rinde y termina herida por la luz.

Una serie para degustar con paciencia, curiosidad y la inocencia de quien yerra, pero intenta no pecar

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