lunes, 16 de junio de 2008

India (I). Tras Bombay

Sábado, domingo y lunes en Bombay.
Primera noticia mala: no puedo cargar las fotos, pues el cable de Joaquín no me vale (da lo mismo. Tengo proyectos para las fotografías).
Segunda noticia mala: la India es como esperaba, así que lo siento, pero aquí no va a haber ni fotos con niños, ni fotos con muertos. Ni fotos de niños, ni fotos de muertos. Pero sí va a haber fotos con niños que no lo parecen, y fotos con muertos que todavía no lo saben.
La India no es maravillosa, pero vive y vibra. La India no está viva, pero insufla vida. La India no es sabia, pero enseña.
Llegué el sábado a Delhi, y ahí estaba Joaquín, del mismo modo que en su día estuvieron Jesús, Juanma y Quim. Y no lo sabe, pero me ha ganado. Casi de seguido, y tras una rápida visita a su piso en Gurgaon y a Delhi, tiramos para el aeropuerto, directitos a Bombay. Y ahí hemos estado desde el sábado: él trabajando y yo, empapándome de vida. Y he visto de todo. Y no llevaría a mi novia aquí. Y a veces, me he dado cuenta de lo conveniente que puede resultar encerrarme en un "resort" a empaparme de ceguera y cubatas.
Bombay es tremendo. Huele a especias, calor, humedad, monzón, detritus, playas sucias, heces, basura y lujo. Me he pateado todos los sitios de la Lonely Planet, desde Colaba hasta el Oval Maidan, pasando por las playas de Juhu y su vida, Chowpatty y y sus paseos y, sobre todo, sitios como el Dhobi Ghat (donde miles de personas se matan para lavar la ropa de los 18.000.000 de pobladores de esta ciudad), Kotachiwadi o los alrededores del Horniman Circle. Y aunque odio el realismo forzado de Dominique Lapierre, y la hipocresía de tanto pseudohippy que piensa que va a ayudar cuando todos sabemos cómo ayudar a esta pobre gente, he de reconocer que la cosa impresiona. He visto dónde queman a la gente de aquí; he visto las torres donde los parsís dejan a sus muertos para que les coman los buitres, y he estado junto con los restos de la mayoría de los pobres que murieron en el desastre de Bombay del año pasado. Y como eran pobres y nadie les recogió, se quedaron en sus jarroncitos, apiladitos en orden, esperando que también los continentes se conviertan en el polvo de los contenidos, y algún viento bondadoso les permita mezclarse con la eternidad pues, a fecha de hoy, sus cenizas siguen esperando a quien les esparza por el mundo para reencarnarse no en otro, sino en algo. Cuando cargue las fotos, lo entendereis.
Mañana, New Delhi y billetes para Agra. Y a ver si encuentro un adaptador para descargar las fotos.

3 comentarios:

Quim dijo...

Entre Jerusalem y esto, llevas un año de lo más espiritual. Cuando vuelvas hablamos y, como siempre, cuenta con tus amiguetes del otro lado del Ebro para volver a embrutecerte ...

Un fortísimo abrazo para ti y para mi tocayo.

Anónimo dijo...

Disfruta de este momento, del viaje y de los encuentros-desencuentros. Te echamos de menos por aquí...
martaté.

demagophobe dijo...

Gracias a todos y muchos besotes, en especial a Johnnie C. Hutts, Atanka -si se deja, claro- y al maestro Tekniquete. Cuidaros mucgo e intentad venir.