La religión en la India no se puede tratar ni examinar desde la rigurosa ortodoxia de la perspectiva occidental. Lo que quiero decir con la peazo frase que me ha salido, es que no podemos aplicar el estricto rasero occidental a la manera de percibir la religión que tiene la sociedad India y, en consecuencia, no podemos intentar comprender ninguna de sus religiones ni como únicas, ni como cerradas en sus dogmas, sin intentar aplicar a sus dogmas nuestros conceptos. Tomemos la famosa reencarnación, por ejemplo. Alvaro de Enterría (no Eduardo, por favor, Juan Antonio) en su magnífico libro "La India por dentro" (Terra incótgnita, Jose J. de Olañeta editor) razona magníficamente cómo la sociedad india nunca ha pretendido que nos reencarnemos como individualidades en vidas posteriores. Lo que se reencarna no es en modo alguno el ser concreto como individuo con sus vivencias, recuerdos y sensibilidades únicas, sino sólo la parte superior de éste junto con sus gérmenes o tendencias mentales, el arquetipo de su caráctre, que le proporciona este sentimiento de una individualidad separada, razón por la que la reencarnación es a veces entendida como alegoría. Y vista así, la cosa cambia.
Otro pilar común a todas las religiones indias es la ley del Karma, que no es sino la ley de causa-efecto, acción y reacción de todo el universo. Si bien nos encontramos con una realidad determinada o, al menos, ajena a la influencia de nuestras acciones, parte de esa realidad podrá ser determinada y perfilada por nuestros actos, de modo que a un "determinismo" relativo, concebido como realidad ajena a nuestras acciones, se une la posibilidad de configurar nuestra realidad y, como consecuencia, nuestro destino. Y de la bondad o maldad de nuestros actos dependerá el resultado de nuestro futiro, en esta y en las futuras reencarnaciones. Es curioso encontrar a Ortega cogidito de la mano de Vihnu y Ganesha por las calles de la India, pero es así. Lo único verdaderamente eterno por todos los lares es la pervivencia de una concepción humanista de la vida y la impregnación que el concepto de la justicia tiene en ella...
Ultimo parrafito del tremendo ladrillo que os estoy metiendo: curiosidades.
1.- Los Sikhs deben llevar, por imperativo religioso: el turbante, el pelo de cabeza y barba sin cortar, un brazalete que hace las veces de Pepito Grillo, un peine que se lleva sobre el cabello recogido -Kanghá-; unos calzones especiales llamados Kachh y el Kirpan, cuchillo o sable que varía mucho en tamaño. Ayer ví a uno que llevaba una espada que llegaba desde el pecho a los pies, y como si nada. De hecho, en los aviones está permitido a los Sikh llevar consigo los puñales a bordo.
2.- Los parsís (persas zoroastras) no entierran ni queman a sus muertos. Les dejan en lo alto de unas torres, llamadas torres del silencio, para que la descomposición y los buitres cumplan su función. Afamados negociantes, el gran Tata -uno de los millonarios más ricos del mundo, era Parsí, y también siguió el rito funerario de su religión. Actualmente, y puesto que la polución ha alejado a gran parte de los buitres de las ciudades, se auxilian de grandes calefactores y sustancias químicas para acelerar la descomposición de sus cadáveres.
3.- Los jainistas llevan a veces una mascarilla para no tragar accidentalmente los pequeños insectos, pues para ellos toda vida es sagrada, y todo ser tiene un alma.
viernes, 20 de junio de 2008
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