lunes, 31 de agosto de 2009

Quince en Trinidad


Quince en Trinidad Miro las fotos del viaje, y no se cuál poner. Trinidad es patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde hace muchos años, y lo merece: es pequeñita, y su historia está hecha de azúcar, esclavos, desplazamientos masivos de colonos para poblarla, Francia y, sobre todo, colonialidad –que no colonialismo-. La plaza central de Trinidad es única, con su Iglesia, su empedrado hecho de las cargas de los navíos españoles que venían cargados de cascotes como lastre para volver con las mercancías que harían ricos a sus dueños. Y por la noche, en la casa de la trova, sentados en las escaleras, disfruté de la última noche de música en Cuba. Al día siguiente comimos en el paladar que nuestros compañeros de coche nos aconsejaron, solos, a base de langosta, camarones, congrí y ensaladas –de tomate y pepinos, y de fruta-, y la ya inseparable cerveza bucanero fuerte, que me recordará siempre a Cuba.
En el ínterin, encontramos una niña disfrutando de su Quince: el día en que se visten de princesas, se peinan como princesas, se fotografían igual y pasean, en uno de sus viejos descapotables, por toda la ciudad, creando memorias que, desde el día siguiente, es probable que necesiten.
Cuba, Cuba, Cuba…

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