lunes, 14 de septiembre de 2009

Requiem por un sueño (requiem for a dream), de Darren Aronofski

Esto, respetando el criterio del Sr. SY, es lo que le hubiera gustado saber hacer a Lars Von Trier. Sólo "12 monos", pocos días antes del segundo oral, me dejó con la sensación con la que he acabado tras ver las dos horas de caída libre más gloriosas que he disfrutado. Veloz, más adictiva que la heroína o las anfetaminas de sus protagonistas, es más que un drama: te agarra y te lleva abajo sin que puedas hacer nada por quitar la mirada de la pantalla, por mucho que te estés imaginando todo lo que va a pasar. Ni siquiera ver el brazo de Jared Leto, destrozado por los chutes de heroina, la pena por la madre o la tristeza ante la adicción de la bella Connelly te despegan de una película que, de ir a una cadencia más normal, habría invertido 4 horas en contar lo que cuenta. Y la música... por favor, escuchad la "summer Overture" de Clint Mansell y olvidad el señor de los anillos: esta es la película de la que no debería haber salido. Entre Pi y la fuente de la vida, Aronofski se ha ganado un lugar entre los directores más relevantes de esta década.

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