lunes, 3 de enero de 2011
Las fronteras de Angelopoulos
En el museo del Prado consta grabada una frase de Eugenio D'Ors que reza "lo que no es tradición, es plagio". Calvo Serraller recordó al respecto, hace ya 4 años, que no existe innovación absoluta, sino que la fuerza innovadora es mayor en la medida en que tiene más resortes en la memoria histórica -uso óptimo del concepto, previo a todo lo que ha venido pasando- (recomiendo al respecto el libro "el Museo del Prado y el arte contemporáneo", de Galaxia Gutemberg/Círculo de Lectores, así como las mil y una noches, para comprender mejor esta frase). Las relaciones entre Rothko y Turner serían magistralmente desarrolladas en una exposición que tuvo lugar a finales de 2007 en la sede madrileña de la Juan March, concretamente "la abstracción del paisaje:del romanticismo nordico al expresionismo abstracto" y que dio lugar a un catálogo sublime, con intervenciones de Werner Hofmann, que aconsejo denodadamente para reyes (creo que alguno queda en la tienda de la Fundación). La influencia del arte africano, evidente en Barceló o Picasso, fue maravillosamente diseccionada en 1984, en la exposición que sobre primitivismo y arte africano se celebró en el MOMA (el catálogo se ha convertido en un icono de coleccionismo); y así.... Existe muy poca innovación genuina, consciente y completa, pero tampoco hay que buscarla exclusiva o temerariamente: a mí me basta con admirar una obra, cualquier obra, que precisamente por aglutinar armónicamente distintas influencias, despierte la genuina memoria histórica-genética, y por ello produzca satisfacción su contemplación. Y esto se da, en mi modesta experiencia, cuando el concreto autor imprime una intención, un fin, una razón de ser, a su trabajo híbrido de creación.
Estamos asistiendo a una reinvención del mestizaje, no solo en la cocina -sí,sí, vayan al Diverxo que está muy bien-, sino en la decoración de interiores, la ciencia económica y especialmente en las distintas artes. Por eso, en ocasiones, juego a identificar las influencias y el por qué de las mismas. En Angelopoulos me parece evidente que lo que pretende es lo que ya hicieron Byron con su muerte, Solomos con el asedio de los libres, Kavafis con su Itaca o Lapathiotis con su propia vida: reivindicar una identidad griega que, trascendiendo la cultura helénica, de fe de la existencia de un todo, de una unión, de una conciencia más allá de lo geográfico o las pocas ruinas que dejó Elguin. En la Grecia actual subyacen más cosas que las ruinas de la Acrópolis, los pulmones de Byron enterrados en Messolonghi o las cuestiones de Chipre y Macedonia. Subyacen millones de historias, al menos una por cada griego, y cada una es única. Si estudiamos la evolución de Angelopoulos vemos que va de las grandes ideas, pasando por los grupos hasta las historias íntimas de cada griego, de modo que uniendo patria, pasado, historia e individuos ha ido conformando una Grecia que, arrancando de la Odisea, pervive en la personal historia de cada griego. Y eso es lo que culmina en la trilogía de las fronteras (trilogy of borders, para el que tire de buscador): Describe un país griego acotado y exhaustivamente limitado geográficamente, con fronteras frías y crueles (basta ver los pasos albanés de "la Eternidad y un día" o el cruel puente de "el paso suspendido de la cigüeña"), y por eso acuña personajes que, intentando trascender fronteras físicas -tanto geográficas como las de su propia finitud, en el caso de "la eternidad y un día"-, se trascienden humanamente y se convierten en gigantes, en nuevos colosos de Rodas capaces de atravesar fronteras de una zancada. Angelopoulos, con su cine, reconstruye el Mausoleo de Alikarnaso en los restos de la casa de playa de Aléxandros; el Coloso de Rodas, en la figura del político desaparecido del paso suspendido de la cigüeña, y revive a Ulises en la figura de A. Y todos sus personajes principales´-grandísimos en sus papeles-, intentando reconstruir vestigios de poetas, cineastas, crónicas periodisticas... se encuentran a sí mismos, de modo que la realización personal deviene el regalo de una Diosa Grecia agradecida por rescatarla del olvido. Creo que para Angelopoulos reconstruir la cultura y los valores helénicos es la mejor forma de pervivir en la memoria, porque engarzando pasado con futuro se crea un círculo y, como ya saben los lectores de este blog, los círculos, señores, son Eternos. Los personajes de Angelopoulos, llenando su presente de pasado, construyen un futuro donde engañan temporalmente a la muerte y al olvido, y esa es mi conclusión. Les aconsejo el sosegado visionado de la trilogía de las fronteras ("el paso suspendido de la cigüeña", "la mirada de Ulises" y "la eternidad y un día", por este orden). Lo disfrutarán, les dejará un curioso -por agradable-sabor de boca y corazón y, de paso, me comentan algo sobre los inevitables hombres-chubasquero amarillo.
-A veces, es necesario el silencio para poder escuchar la música detrás de la lluvia-
(para Constantina, mi esposa en nuestra reencarnación simultanea)
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3 comentarios:
Debe ser eso que decía López Quintás de que determinadas palabras tiene un prestigio inmanente, pasa con Eternidad. "Los círculos son Eternos", está muy bien, y lo sabrán los lectores de tu blog, pero algunos sabemos que la idea de Nietzsche del "Eterno Retorno" tiene un agujero que hace temblar, y ya lo escribí aquí. Y digo Nietsche, que no es precisamente un cristiano embozado. Y es López Quintás...quien debería aplicarse el cuento en todo.
Respecto de lo del Arte. Yo reduciría la cuestión a la siguiente pregunta: existen diferentes visiones del Arte? O mejor: acaso unas son más legítimas que otras? O, si se quiere bajar al ejemplo concreto, un urinario de Duchamp en medio de la Tate Modern por qué tumbaría del susto a mi querido Eugenio? Pero para análisis de contenidos de conceptos-o su misma crisis- yo me quedaría con su "reinvención del mestizaje"...estás más creador que nunca y, yo, por su parte, más invisible. Sintómatico. :)) Un abrazo de su mejor lector, escritor y asaltapaciencias. Ya lo sabe.
Intentaré ver la película, hoy mismo. Si es que me deja mi cita gastronómica que varios eternos comensales disfrutaremos-esperamos- este mediodía en el Restaurante La Máquina (ángela de la Cruz,22-Madrid); por supuesto, al cumplir los requisitos de la RPT, tiene usted acceso porque lo firmo yo. Que Dios nos bendiga hoy...madre!
Sí, vamos... lo mejor tras una farra de esas dimensiones, en que todo el mundo va a limitarse al agua con gas, es meterse una película de Angelopoulos. Anda que... disfrute Ud. en la medida en que pueda recordarlo, y despues permita Ud. ser acompañado a casa, como Dios manda, que es lo que hay que hacer estas fiestas. (por cierto, feliz año, amigo mío)
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