sábado, 8 de septiembre de 2018
Adios, Ceesepe
- tú y yo damos pena, tío
Yo protesté, claro. La verdad es que los dos nos sentíamos un poco descuidados sentimentalmente, estábamos con un poquito (casi nada, la verdad) de sobrepeso, no íbamos precisamente de Loewe y, en fin... la imagen proyectada no era la de incuestionados líderes de masas.
Pero lo cierto es que a Ceesepe siempre le importó un carajo ser líder. Quería que le dejaran en paz, amaba pintar, odiaba cualquier violencia y, sin querer, soltaba unas invectivas telegráficas que quitaban el hipo, de certeras que eran. A veces alguien le entraba con algo pretendidamente pseudointeresante y, al poco, se volvía al orador, le clavaba la mirada y le soltaba un “tío, deja de dar la vara” con tal sinceridad y profundo agotamiento que succionaba la vitalidad del sujeto-objeto. Ahí acababa la cosa. Cualquier cosa.
Tuvo tanto éxito que quiso terminar solo, y su último cumpleaños lo celebró en una terraza del parque de Atenas, destemplado por la medicación, y solo acompañado de dos hermanos gorditos que, en el fondo y en la superficie, llegaron a quererle en contra de su voluntad. Como tanta otra gente.
Porque esa era la magia de Ceesepe: tenías que quererle, aunque él hiciera lo posible para obstaculizar tal cosa. Hablaba poco, sonreía menos, no se dejaba conocer y, mire Ud., se le quería. Porque era ingenioso e ingenuo; su languidez atraía; sus silencios hablaban. Sus palabras, medidas sin querer, siempre llegaban.
Se dedicó toda su vida a su arte, que evolucionó sin cambiar, porque fue de los únicos con un verdadero estilo propio. Pintaba señoras desnudas porque no sabía pintarlas vestidas, y quería a quien quería. A su núcleo.
Los demás eramos satélites, y nos bastaba.
Finalizo sin hacer el típico exordio cronológico de su vida. Ese es fácil encontrarlo. Yo cierro recordando su lealtad al Hylogui, su veneración por Emma, su aversión a un mendigo de la calle de Arenal que siempre le insultaba, su descubrimiento del banquito del Arranca Thelma; su gusto por toda curva, su miedo a los espacios vacíos y su amor a un arte que, junto con nosotros, siempre le recordará.
Buen viaje, amigo Carlos. La expo de este septiembre de Carlos A. y Carlos C. en la galería DoblEscaparate, como tú la bautizaste, no se anula. Solo se suspende hasta que volvamos a estar todos juntos.
Porque volveremos a estarlo.
miércoles, 27 de junio de 2018
Islandia, de Luisa Cunillé
martes, 26 de junio de 2018
el tratamiento, de Pablo Remón
sabiduría popular (1)
jueves, 14 de junio de 2018
La valentía, de Sanzol
No comprendemos a Sanzol.
Sanzol es un crisol de conocimientos que, debidamente agitados en esa cabeza que tiene, vomitan obras maestras. A la vez, es un creador cuyas vivencias y estados de ánimo utiliza magistralmente para crear, logrando pervivir en el tiempo sobreviviendo, con toda seguridad, a la parca última con la complicidad de ese Robin Goodfellow que tanto ama. Así,la pérdida de sus seres queridos, las crisis existenciales... hasta la necesidad de descansar mentalmente las plasma en obras que resultan joyas. Este último me parece que ha sido el caso con la Valentía.
Hay espectadores que pensaban que asistían al Sanzol de la Respiración, máxime dado el tema (los fantasmas de dos hermanas), y se encontraron con un académico enredo salido de las tripas de la editorial Bruguera más setentera posible. Me imagino a Sanzol, necesitado de descanso, volviendo a la casa de campo de su niñez -probablemente cerca de una carretera- y metiéndose en la misma cama de cuando era niño. Ahí, en la estantería trufada de pegatinas de Naranjito, Caribbean o Samantha Fox, la columna de Mortadelos Especiales, Olés, Sacarinos, TDT.... No me cuesta verlo zambulléndose en las historias de Ibañez, de Vazquez, Raf, Escobar... sobre todo, en Mortadelo y Filemon, Zipi y Zape, las hermanas Gilda y la mítica "fantasmas de alquiler", esa compañía que alquilaba fantasmas para dar sustos a inquilinos molestos, gamberros, vecinos ruidosos o plagas destructoras de cultivos.
Porque ahí está la valentía: las hermanas Gilda, peleándose y amándose a la vez; Mortadelo y Filemon (o tambien Pepe Gotera y Otilio), con las mismas ropas a lo Zipi y Zape, repitiendo chapuza tras chapuza; la rent-a-ghost Ltd. de Reg Parlett ... incluso el Mac Latha de Sir Tim O'Theo, todos respiran esa valentía de Sanzol que, a la sazón, es triple: la Valentía de esa solución definitiva silenciosamente pergeñada por la hermana; la del elenco de influencias de una niñez no del todo perdida y, en fin, la de un director que, como Alfredo Sanzol, se ve capaz de pergeñar tragedia y comedia.
Con el mismo éxito abrumador.
miércoles, 13 de junio de 2018
mind at ease
sábado, 2 de junio de 2018
El Pericles de Shakespeare, por Declan Donnellan y Nick Ormerod
viernes, 1 de junio de 2018
el Onis
jueves, 17 de mayo de 2018
Los verdugos
jueves, 19 de abril de 2018
Duelo
En la oscuridad observo, complacido,
el pavor de los temerosos,
la exaltación de los que desesperan,
el triunfo de la atrición.
Huelo un sudor que me agrede,
oigo el chocar de cruces que,
esgrimidas como espadas,
pugnan por ser las primeras en el juicio.
Veo un nuevo altar
cuyo santo no venero,
acercándose, despiadado,
a contarme el último secreto:
Solo existe la fe,
solo existe esto.
Y la única energía que verás,
-justo antes de caer muerto-,
es la que nace de los huesos quebrados,
de los miembros bajo mil pies,
del pavor, hondo, de los lamentos
de los órganos que atraviesan unas astillas.
Astillas que, a la vez,
son cruces, flecha, lanzas
que destruyen la esperanza última,
esa de poder renacer.
No hay nada más,
no hay otros sonidos,
otros sueños
ni más colores que estos tonos,
En negro
miércoles, 18 de abril de 2018
El sonido del mar
lunes, 12 de marzo de 2018
Mis 10 mandamientos del sumiller
1.- Elude deliberadamente el vino más caro, en pro del mejor vino calidad-precio.
2.- No te trae el mejor vino en abstracto, sino el que mejor acompaña el plato concreto.
3.- No trae un vino que eclipse el plato, consciente del protagonismo del caldo en cada fase de cada comida.
4.- Busca un vino que, en caso de que el plato tenga alguna carencia, la supla, complemente o incluso oculte, llegando a asumir la culpa porque “el vino sabía demasiado”.
5.- Es leal al director de orquesta.
6.- Vela porque el personal no rellene las copas demasiado rápido, sino solo cuando proceda.
7.- Disfrutando de lo que hace, hace disfrutar a quien se pone en sus manos.
8.- Habla con los clientes, mezclando el vino que presenta, su historia, anécdotas y, por qué no, algún taco emotivo.
9.- Contrapropone motivadamente al cliente cuando sabe que la eleccion de caldos de éste no va a ser la óptima o cuando -como pasa alguna vez- el que pide le va a dejar sin la mejor botella de la cava, esa que ha tardado años en encontrar, solo porque financieramente puede tras un pelotazo financiero, aunque no distinga un Romanée-Conti de un Pentavin.
10.- Por último, sabe ser a la vez correcto, educado, versátil, agradable, simpático, cachondo, iconoclasta e invitador, a la vista de la idiosincrasia colectiva de cada mesa concreta.
Ea
domingo, 4 de marzo de 2018
La Asturias de Nacho Manzano
lunes, 19 de febrero de 2018
camino
viernes, 2 de febrero de 2018
libros que se cierran
Hicimos tanto camino juntos
(no siempre de la mano, no hizo falta).
Dormíamos donde queríamos
-o donde podíamos, nunca importó-.
Vimos mundo,
vimos mundos:
aquellos que muestran, orgullosos, los países,
y los que hay que perderse para encontrar.
Fuimos felices,
(aun cuando no lo fueramos).
Nunca necesitamos otra cosa del otro
que lo que solo se precisa para sonreir.
No nos creimos eternos,
pero sí solidos.
No nos pensamos inmutables,
pero sí con la persistencia de lo que fluye.
No nos vimos indestructibles,
pero sí arraigados en el otro.
Hasta que tuvo que dejar de ser.
No por su culpa, o la mía.
No acabó el cariño.
Sólo el sueño.
Nos despertaron a la realidad
y,
en esa realidad,
no estábamos juntos.
Ahora me leo,
reviso con la mente todo lo pasado con ella
y,
sin arrepentirme un segundo,
ni dejar de sonreir ante el peso de lo vivido,
cierro el amplio libro de nosotros dos.
Aliso la arrugada hoja de papel en que he quedado
e intento,
viejo nuevo,
desechado papel con burratajos que no sirven
buscar las palabras con que reescribirme.