Leonardo Sciascia, en su fabula “A ciascuno il suo” ( Sicilia 1988), evocando “i secoli d’infamia che un popolo opreso, un popolo sempre vinto, aveva fatto pesare sulla legge e su coloro che ne erano instrumenti, afirmaba que “il miglior diritto e la più giusta guistizia, se proprio uno ci tiene e se non è disposto a confidarne l’esecuzione al destino o a Dio , soltanto possono uscire dalle canne di un fucile”.
Esta máxima, que vemos también en la trama siciliana de la ópera “Cavallería Rusticana” rebosa actualidad. Fuera del destino y de Dios, solo quedan las instituciones. Cuando estas quiebran estamos condenados a reivindicarnos por la fuerza, sea de las armas de fuego o de otra índole. Al menos si queremos mantener nuestra dignidad.
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