Soy a quien escuchas,
a quien crees,
en quien confías,
con quien te sientes segura.
A quien si pudieras, rezarías
Quien te hace dormir cuando estás triste
Quien cuando te abraza, te hace sentir que todo irá bien
Que el mal acabará pronto,
Que todo volverá a ser como antes, como siempre.
Quien te calma,
Quien te cuidará siempre
Tu bálsamo,
Tu calmante
Tu fe
Tu miedo
Tu descanso
Quien piensa contigo.
Por eso escucha, cierra los ojos,
Abandónate al descanso, y al tiempo que todo lo cura.
Déjate mecer por mi voz,
Pon a mi voz la voz de aquellos a quien amas,
Y escúchame decirte que duermas,
Que cierres los ojos y no pienses
Que imagines un prado,
Y caballos pastando, y caballos corriendo,
Y música silenciosa que ocupa todo el espacio: es un piano, suave.
Escucha el viento también, ¿lo oyes?,
Mira la hierba sonreír.
Atardece. El sol comienza a ponerse, pero lo ves todo,
Y el sol pinta el verde del prado de rosa,
Y el rosa de amarillo,
Y el amarillo brilla,
Y brilla con una luz que es tu luz,
Y te miras, y ves que tú eres de luz.
Y sonríes,
Y cuando sonríes, el campo se ilumina de tu luz.
No es el sol el que ilumina tus sueños.
Eres tú quien pone la luz a tus sueños,
Y por eso, nunca será de noche.
Y por eso, todo pasará.
Y por eso, mañana será otro día,
Y volverás a ser feliz.
(dedicada a María, y esperando que su madre mejore: esta vez, definitivamente. No son los niños los que más necesitan nanas: somos nosotros)
domingo, 27 de mayo de 2007
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