miércoles, 30 de mayo de 2007
el sabor que nunca llego a recordar
Otro día en que me despierto recordando un sabor que desconozco. Siempre me pasa las mañanas de resaca y las de melancolía. Me despierto sólo, extiendo la mano para verificar que, como siempre, nadie ha dormido a mi lado, y ahí está: una especie de necesidad de satisfacer una sed de un sabor que me falta. Y a fecha de hoy, tras 34 primaveras y muchas catas de variadas cosas, no he logrado identificar ese sabor. No es ni el del zumo de naranja, ni el del almíbar de melocotón, ni el del batido de fresa. No sé exactamente cómo sabe, pero sí sé que sacia, y que llena más allá de todo instinto. Estoy harto de mañanas con ese sabor, de extender la mano y poder hacer giros de ciento ochenta grados para verificar que la cama es toda para mí, que no me tengo que preocupar de que ronquen a mi lado o de que el perrillo de mi inexistente compañera me despierte demasiado temprano. Y estoy harto de tener que optar, de que no haya términos medios o posibles felicidades: de que me enfrenten con todos o nadas, de que me pregunten sobre qué es lo que tú y yo tenemos, cuando lo que tenemos está ahí, y no hace falta profundizar más. Y me despierto dando tumbos hasta que llego a la ducha, y los únicos pelos que tengo que quitar de la bañera son los míos. Es curioso las cosas que se echan de menos, porque nunca son las grandes machadas o sacrificios que han hecho o que hicimos por nuestras parejas, sino las veces que no hicimos lo que debíamos hacer y podríamos haber hecho. En fin, seguiremos probando. Mientras tanto, seguiré pidiendo prestados cabellos de Diosa para ponérmelos en la americana y hacerme ver que yo, también, tengo mi rutina con alguien que, en general, vale la pena.
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3 comentarios:
Ilustrisima, aqui la parisina recien levantada/duchada/peinada. Nos vamos a dar una vuelta por las calles de MadriZ para descubrir como se vive la feria del libro. Besitos, nos vemos luego!
[…] For under cover of displeasure at the ugliness of the old buildings and the narrow, crooked streets, he set fire to the city […].
Passage of section VI – The Life of Nero, from “The Lives of the Twelve Caesars” by C. Suetonius Tranquillus http://penelope.uchicago.edu/Thayer/E/Roman/Texts/Suetonius/12Caesars/Nero*.html
El deber me llama, y no me queda más remedio que acompañar a cierta señorita que indiscutiblemente vale un montón la pena, a la búsqueda de firmas. Concernig Juan's comment, I wonder if there have not been maybe too many Neros setting fire to too many cities in too many ways. I must admit that I do like your comments, my old friend.
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