Antes de hablar de Gaza, ¿habría que intentar quedar bien con Israel?. No suelo ir a manifestaciones -lo que no significa que no me comprometa-, ni formo parte de ninguna asociación profesional -lo que en su día puede que me impidiera ser nombrado algo por alguien-, ni ganas que tengo de sobresalir por mi beligerancia en pro de unos u otros, lo que me ha valido que para cierta derecha puede que sea muy de izquierdas, y para cierta izquierda, muy de derechas, como se me ha comentado recientemente. Esta "desafección", si bien tiene inconvenientes en ciertos campos que me importan un bledo policromado, tiene la ventaja de que me permite hablar en pro de las víctimas, sea cual sea su color, religión, origen... espero que sin ser tachado de sectario. Y aunque esté muy manida la frase, es verdad que tengo amigos (y de los buenos) de todas religiones, ideas, naciones -y nacionalidades- y orientaciones sexuales. Y no es una mera frase: al que quiera, se lo demuestro en lo que tardo en buscar un número de móvil en la agenda y llamar a quien tenga que llamar.
Todos estos preliminares vienen a colación para subir dos frases que considero tan ciertas la una como la otra: a) siempre he admirado al pueblo judío y su sufrimiento, pero b) esta vez se han pasado. Había otros modos, y desconozco las razones, pero las cosas se podían haber hecho de otra manera. Lo que ha pasado -y está pasando- no ayuda ni a ninguna causa ni a nadie, y los pulsos se echan en la mesa de los bares, con una jarra de cerveza, la novia y los amigos, y no en un escenario que ya se puede calificar como de guerra. Los medios han calificado estos sucesos de muy distinta forma (la guerra contra el terror de Hamas -la Razón- frente al genocidio de Gaza -el Público-), lo que nos debe llevar a prescindir de los mismos, de lo que nos digan unos y otros, para pensar con el corazón. Y el corazón nos dice a todos que esto, ahora, no está bien. Con independencia de los antecedentes, de los motivos que pueden haber dado lugar a esta acción/reacción del ejército israelí, no lo están haciendo bien. Y no está a la altura de lo que se espera de ellos. El pueblo Israelí a lo largo de toda su Diáspora ha sufrido las más encarnizadas persecuciones, cuyo culmen fue el genocidio de los campos de concentración. Es precisamente ese sufrimiento el que debe servirnos a todos de lección sobre lo que nunca se debe repetir Y es por ello que es precisamente Israel quien debiera devolver bien por mal, para demostrar una superioridad -no sólo militar- de la que pocos dudan. Lo que está pasando no está bien, y nos lo dice cada corazón. Y esa conclusión, arraigada en lo más profundo de cada uno de nosotros, y que no debiera ser monopolizada ni nominalizada por ningún condenado partido político, debiera valer más que mil Think tanks. Por favor, que pare ya.
viernes, 16 de enero de 2009
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