lunes, 22 de febrero de 2010

Los números que no cesan

Al igual que con el tiempo, somos seres de números y de listas, como pone de relieve Umberto Eco en su última novela. Pero, si bien respetamos a la eternidad y lo único que hacemos es intentar situarnos en ella a través de los distintos conceptos temporales, intentamos domar a los números dando un paso más que con el pasado, el presente y el futuro. Y así los hemos clasificado en pares e impares, primos, ordinales, numerales,... Cuando lo cierto es que los dos únicos conceptos que valen son el de la unidad y la diversidad y lo absoluto junto a lo inapreciable. Los números no acaban nunca, y cada número es par e impar a la vez, fácil de utilizar pero inaprehensible, por cuanto nunca existe un cuatro, o un siete, sino aproximaciones cuánticas a los mismos. Lo cual demuestra que, en el fondo, nuestra utilización de los números es otro intento más de dominar la realidad mediante conceptos en que sólo profundizamos lo justo para aprovecharlos. Y el cerebro nos deja hacerlo, aunque, a veces, tiene la tentación de ir un poco más lejos con ellos. Y es ahí donde empieza a acercarse al número y ver que, como las partículas subatómicas, el presente o el propio infinito, nunca llegamos al fin, pues siempre hay una millonésima más que nos aleja de nuestro destino final y nos obliga, por salud filosófica -y a veces mental, a retirar la lupa, el acelerador de partículas o el cronómetro atómico, so pena de tener que afrontar que lo real, lo presente y lo claro no es tal, sino una mera ficción aceptada por miedo a que se nos escape de las manos lo que siempre fue ontológicamente inaprehensible.

Recuerdo las veladas con Alfon en Calalberche, mirando las estrellas desde la terraza de su casa, antes de que todo pasara, recién vueltos de tomar el mini en el pilote, y las charlas-ponencia sobre la cuántica, la eternidad y todas las posibilidades que un tiempo eterno nos brinda de que todo vuelva a repetirse exactamente igual que ahora, de aquí a 10 a la n millones de años. Mareaba, y sigue mareando.

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