Érase una vez un erizo muy presumido que, cruzando una noche una carretera, se dio cuenta de que una bolita de polvo se le había quedado clavada en una de sus miles de espinas. El erizito, que era muy presumido -debía ser metrosexual, el animalito- se paró en medio de la comarcal a las cuatro de la mañana y, sin más preámbulos, se aplicó a quitarse la bolita que sin duda eclipsaba su impoluta estampa. Y en eso estaba cuando, de repente, otro erizito le gritó desde el arcén:
- Erizo coqueto, erizo coqueto: un trailer de 18 ejes se está acercando por la carretera: corre a cubierto o te atropellará.
A lo que el erizo, muy digno y muy orgulloso, le replicó:
- déjame con lo que estoy haciendo, que si no nos preocupamos de quitarnos las motas de polvo, a estar limpitos y hacer bien las pequeñas cosas, ¿qué será de nosotros?
El erizo normal, sin dar crédito a lo que acababa de oir, insistió:
- pero macho: ¿tú eres oligofrénico, o de pequeño te diste de cabeza con la taza del Water al inclinarte a por el papel higiénico? que está viniendo un trailer de 18 toneladas y te va a dejar cual sello de ocho cuartos, erizo de Dios: quítate de ahí de una santa vez.
A lo que el erizo, todavía más digno, se ratificó:
- Todavía no he acabado de quitarme la bolita de la espinita y, además, al estar de espaldas al susodicho camión no lo veo, y si no lo veo, es que no existe y no me va a pillar.
Axioma éste que ya convenció al erizo sensato de que lo mejor para la raza eriza era que tan desgracida y abochornante muestra del género abandonara el mundo de los seres vivos y dejara espacio para otro ser más inteligente como, por ejemplo, un paramecio, con lo que dió la empresa por imposible y se fue. Al cabo de 10 segundos, la noche oscura fue rasgada -licencia lingüística incluida por el autor para acentuar el dramatismo de la estampa, rayana en lo goyesco- por el desagradable crujido que sólo puede hacer un trailer de 18 ejes cuando atropella un erizo con una bolita de polvo clavada en una espinita: el erizo digno, junto con su bolita digna, había pasado a formar parte de la pigmentación de la comarcal, y el tono ocre de su sangrecita, sin lugar a dudas, enriquecía el monótono gris de la carretera de marras, una carretera más de las que cuajan la rica y orgullosa península ibérica.
Moraleja: por mucho que el avestruz meta la cabeza en el suelo, el león no desaparece.
LF
martes, 2 de febrero de 2010
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3 comentarios:
Si Esopo levantara la cabeza... (probablemente se golpearía contra la lápida).
Les invito a leer este pasaje,que quizá ya conozcan,pero que merece releer.
" Un joven jardinero persa dice a su príncipe: -Sálvame! Encontré a la muerte esta mañana.Me hizo un gesto de amenaza.Esta noche,por milagro,quisiera estar en Ispahan.El bondadoso príncipe le presta sus caballos.Por la tarde,el príncipe encuentraa la Muerte y le pregunta:-Esta mañana ¿por qué hiciste a nuestro jardinero una amenaza?-No fue un gesto de amenzaza-le respode-,sino un gesto de sorpresa.Pues lo veía lejos de Ispahan esta mañana y debo tomarlo esta noche en Ispahan".
El creador del blog,¿ había bebido vino antes de escribir el post de " cuento con moraleja"?.En fin.
Si Esopo levantara la cabeza, querido anónimo, y viera en qué hemos evolucionado, la volvía a bajar: hemos superado el tiempo en que cabían las fábulas moralizantes sencillas, al evolucionar a un mundo, cuando menos, ontológicamente surrealista. Agradezco al segundo anónimo el cuento del panteonizado nautonnier y no, a esa concreta hora no había tomado vino, pero sí una buena dosis de despropósitos mezclados con digos y Diegos que fueron, precisamente, los gestores de la tremebunda fábula. Si eres de los que me conocen personalmente, te cuento en petit comité su génesis.
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