La verdad os hará libres. Cajero automático de Sevilla
Me los encontré, a él y a su obra, en el paseo marítimo de Torre del Mar un atardecer de invierno. Y desde entonces, no les he abandonado. La poesía sencilla que, precisamente por su sencillez, llega directamente a cada uno de nosotros y cambia cualquier lugar donde sea leída
El chico ciego estaba literalmente mesmerizado ante la música del violinista del metro. No se movían ni él, ni el perro labrador, y el músico seguía tocando. Y durante los 4 minutos que duró la pieza, los demás dejamos de existir: para ellos y para nosotros mismos porque nos convertimos, todos, en espectadores de un cuadro único, irrepetible. Y durante esos 4 minutos no hubo en el mundo más belleza que la que salía de su violín, música que, del corazón, era hecha sólo para una persona.
jueves, 16 de septiembre de 2010
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2 comentarios:
La de la poesía, pero más especialmente la del ciego y el violinista son conmovedoras. Muy buenas amigo mío. Enhorabuena por vivirlas (y por captarlas y compartirlas en la medida de lo posible)
Gracias a tí, Kiwiman, por seguir por aquí a la vez que estás ahí. L.
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