jueves, 16 de septiembre de 2010
Noam Chomski
Tuve que viajar hasta Pekín para escucharle. Y valió la pena. aunque se cortó con la vena anarquista que tanto le caracteriza y pecó de excesivamente moderado, estaba ahí, delante mío. Y no pude evitar saludarle, a lo que reaccionó con la educación de quien está acostumbrado a que frikis de todas las edades y colores le aborden. En este caso me costó un poco sortear a los policías chinos pero, cabezón que es uno, lo logré. La pena es que no tenía ningún libro para que me firmara. Frases míticas como la de la necesidad de poder maravillarse para avanzar dijo unas cuantas, de las que daré debida cuenta en su día. Por ahora, un admirado homenaje a uno de los p ocos monstruos del siglo XX que no ha decidido todavía morirse de asco en este XXI que veremos cómo va.
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