Eres Dios,
eres el amor,
el odio que sólo sienten aquellos a quienes despreciaste.
Música,
un solo de piano con una sola voz, a capella, cantando the whole of the moon.
Tu mirada es un bisturí que corta,
que rasga y destroza órganos vitales hasta llegar al corazón.
Eres agua que mana,
nunca tendrás nacionalidad, ni dueño, ni amo,
aunque alguien, una sóla vez, te poseyó, para luego tirarte.
Eres mi voz,
la voz de todos,
y gritas sin pedir,
y exiges sin dar,
y te vengas del desamor,
y comienzas guerras por capricho,
para paliar la herida que alguien, un día, te hizo,
alguien del que sigues todavía enamorada,
alguien a quien nunca dejarás de amar.
Tu rencor encubre amor,
tu desidia no es capaz de tapar un deseo que no pudiste castrar,
aunque para ello, te cortaste las venas.
Vives igual que respiras,
y respiras entrecortadamente.
Y contagias tu alegría, pero también tu caos.
Eres bella, eres clara, sonríes y el mundo cae, y Dios existe,
si lo que sentimos es capaz de nacer a causa de alguien.
Pero por ti ha muerto gente –o sus sueños-,
por ti se ha renunciado a familias, a planes ya hechos, a viajes a punto de terminar.
Y creo que, a veces gritas,
y gritas porque no estás completa,
porque la seguridad que destilas, no existe.
Porque hubo un tiempo en que no llamabas la atención,
un tiempo en que no lograste que te quisieran
un tiempo que juraste que no se volvería a repetir,
salvo en tu recuerdo, que sigue repitiéndose, cada noche.
Y vuelves a estar en el patio del colegio, sola, ahora bella,
pero siguen sin acercarse.
Y te vuelves a jurar que nunca volverá a pasar.
Y han pasado los años, y pareces segura, y lo has logrado,
aunque no del todo:
siempre tendrás una asignatura pendiente.
Y pides a Dios que quien te abandonó nunca muera,
que quien te dijo que no, antes de expirar,
caiga rendido a tus pies,
para ser tú, y sólo tú,
quien esta vez le rechace.
De lo que no te das cuenta, amor, es de que eso pasará,
pero pasará porque quien te rechazó, de verdad te quiere,
y te conoce, y por eso sabe que necesitas sentirte plena,
y que es eso, precisa y desgraciadamente, lo que te completa.
Y por eso, algún día, te pediré que vengas conmigo para venir a mí.
Y por eso te oiré llenarte de ti para que me digas que no.
Pero luego… ¿cómo te sentirás?
¿Qué rencor te llenará?
¿Qué tendrás que hacer?
Y tus días pasarán con la lentitud del hastío,
y tu sonrisa se convertirá en aburrimiento,
y tus surcos se abrirán para manar la verdad,
una verdad que te dirá que ya es tarde,
que la belleza pasó,
y que el único que te abrazó con cariño
fue quien te rechazó,
porque te quería,
aquel a nunca quisiste sacar de tus entrañas,
y ahora, la verdadera maravilla,
la verdadera niña que tuviste dentro, no puede salir ya a la luz.
Pero no te preocupes,
porque siempre estaré ahí para abrazarte secretamente, de puntillas,
siempre estaré ahí para decirte que sí a tu verdadero ser,
que es el que, ya desgraciadamente, nunca saldrá,
salvo en tus sueños, donde caminas a mi lado,
y respiras luz,
y somos felices.
Y todo es bello,
Y tú, más que nunca.
(Luis Fernández Antelo. Poemario)
(Feliz entrega de despachos. En la consumación de aquello por lo que tanto luchaste, se te recuerda: la mano se da con la derecha, y el título se recoge con la izquierda)
lunes, 11 de junio de 2007
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