Hay gente a quien no le gusta la Navidad, sencillamente porque le recuerda a quienes no se sientan ya en la cena de Nochebuena. Gente que no quiere recordar que la vida sigue e intenta convencerse de que si cierra los ojos, se mete en la cama y espera a que llegue el 26, podrá ser como si todavía no hubiera llegado esa Navidad en que, al fin, todos vuelvan a sentarse. Pero quienes piensan así se olvidan de
Quienes han vuelto a sentarse, tras años fuera
Quienes han vuelto a sentarse, tras años lejos
Quienes se sientan por primera vez, todavía bebés
Quienes se sientan por segunda, tercera o cuarta vez, todavía niños
Quienes se sientan esperando los regalos de Papá Noel
Quienes se esfuerzan por seguir sentados aunque las fuerzas ya les fallen
Quienes vuelven año tras año solo para cenar esa noche de noches
Quienes se sientan aunque nunca creyeron
Quienes se sientan, aunque ya no creen.
Los que se sientan sin saber si creen o no
A todos ellos, feliz Navidad. Y a los que no les gusta la Navidad, que sepan que quienes ya no están sentados, no es porque falten, sino porque fueron los primeros en llegar, y son quienes de verdad nunca faltarán.
Con el recuerdo del cariño, feliz Navidad a todos.
L.
jueves, 22 de diciembre de 2011
miércoles, 14 de diciembre de 2011
El hombre que no pudo evitar ser grande
Erase una vez un hombre cuya grandeza no le cabía dentro, y por eso no tenía más remedio que compartirla. Y Nadie sabía cómo, pero siempre acababa rodeado de gente, despistándose de los de arriba (normalmente, sentado en las mesas que hay justo al lado de los pilares de los restaurantes italianos, esas que impiden -justito justito-, todo contacto visual con la mesa presidencial) y riéndose de su propia sombra, de su perfil y hasta del tamaño de los vegueros que se fumaba: le llamaremos M., por facilitar las cosas.
M. no era polifacético. M. era rico, y punto: porque saboreaba la vida y la vida, a cambio, había accedido a transmitirle el carácter inquieto, la perspicacia natural y el sentido de la oportunidad que solo se encuentra en las cepas viejas, en la carne de toro de lidia y en el buen ron añejo que sabía identificar como nadie.
M. no podía pasar sin degustar cada punto y coma de la vida, y solo hay una palabra que nunca le oí decir: "no". Unicamente tras probar, estudiar, degustar, investigar o empaparse diría que algo no le gustaba ("si me pierdo, no me busques ahí") y razonaría el por qué. Por eso no creo que fuera realmente ni de derechas ni de izquierdas, sino de quien pensaba, en cada momento, que lo haría mejor, pesara a quien pesara.
M. era, sobre todo, un hombre de perfectos tandems, de extraordinarias simetrías: tandem con Angeles, con Javier, con Pepelu, Roge, Justo, su eterna peña del 5...; tandem con sus amigos, sus aficiones, con ese maravilloso mundo en que no había blancos ni negros, y en que hasta los grises, a fuerza de aburrirse, se habían tornado en albero, rojo capote, marrón taurino, caoba gramófono, cobre vino.... Y en cada uno de esos cientos de tandems supo aportar, precisamente, aquella variable que faltaba en cada ecuacion para hacerla perfecta, de modo que nunca sumó facetas preexistentes sino que, listo como el hambre, identifcaba, aprehendía y encarnaba lo que en cada caso faltaba, completando y rindiendo invulnerable cada par en que se integraba.
Quiero pensar que conmigo hizo tandem de amistad: que él aportaba la segura confianza que dan los años sin bajar de la cumbre, y yo.... Y yo, sinceramente, no se qué aportaba que a él pudiera faltarle, salvo un cariño y lealtad que, viendo hoy su despacho vacío, me duelen fisicamente, como a tantos otros.
M. fue padre, compañero, gestor, desfacedor de tuertos, desatascador (no con forma de Lola Flores), aficionado, gourmet y somelier. Coleccionista autofinanciado, profesional, político, agricultor, soñador, mozo de obra, recolector, Marco Polo, amigo... y, finalmente, estrella fugaz. Pero como dijeron Galeano y Eldon Tyrell, la luz de las estrellas fugaces se extingue antes de tiempo, pero precisamente porque brillaron con tal intensidad que nadie, en todo el mundo, podrá ignorar u olvidar que existieron.
Fui privilegiado al conocerte, al llamarme amigo tuyo y porque sé que parte de tu espíritu se ha quedado acomodado entre los surcos de pizarra que un viejo gramófono holla para revivir, tambien, una voz que, bella, nos recuerda que tenemos que recordar, que un beso es un beso, una sonrisa una sonrisa... As time goes by.
Buenas noches, montañés montaraz de imborrable recuerdo. No nos dejes de mirar con esa sonrisilla de niño avispado sabedor de astutos secretos, desde ese cielo en que seguro que a estas alturas ya te las habrás apañado para salir de farra con Manolete, Churchill y Dumas inicialmente a solas, pero se te habrán apalancado Vicente Ferrer, Gandhi y un tal Jesus (el de los chistes), que han oido que contigo la gente disfruta de lo lindo sin dejar de ser humana, sin dejar de ser quienes son.
(el futbolin espero llevartelo personalmente, porque ya te estamos echando de menos, y todavía no es viernes a mediodía)
Tu amigo siempre,
Ricitos Ustinov
M. no era polifacético. M. era rico, y punto: porque saboreaba la vida y la vida, a cambio, había accedido a transmitirle el carácter inquieto, la perspicacia natural y el sentido de la oportunidad que solo se encuentra en las cepas viejas, en la carne de toro de lidia y en el buen ron añejo que sabía identificar como nadie.
M. no podía pasar sin degustar cada punto y coma de la vida, y solo hay una palabra que nunca le oí decir: "no". Unicamente tras probar, estudiar, degustar, investigar o empaparse diría que algo no le gustaba ("si me pierdo, no me busques ahí") y razonaría el por qué. Por eso no creo que fuera realmente ni de derechas ni de izquierdas, sino de quien pensaba, en cada momento, que lo haría mejor, pesara a quien pesara.
M. era, sobre todo, un hombre de perfectos tandems, de extraordinarias simetrías: tandem con Angeles, con Javier, con Pepelu, Roge, Justo, su eterna peña del 5...; tandem con sus amigos, sus aficiones, con ese maravilloso mundo en que no había blancos ni negros, y en que hasta los grises, a fuerza de aburrirse, se habían tornado en albero, rojo capote, marrón taurino, caoba gramófono, cobre vino.... Y en cada uno de esos cientos de tandems supo aportar, precisamente, aquella variable que faltaba en cada ecuacion para hacerla perfecta, de modo que nunca sumó facetas preexistentes sino que, listo como el hambre, identifcaba, aprehendía y encarnaba lo que en cada caso faltaba, completando y rindiendo invulnerable cada par en que se integraba.
Quiero pensar que conmigo hizo tandem de amistad: que él aportaba la segura confianza que dan los años sin bajar de la cumbre, y yo.... Y yo, sinceramente, no se qué aportaba que a él pudiera faltarle, salvo un cariño y lealtad que, viendo hoy su despacho vacío, me duelen fisicamente, como a tantos otros.
M. fue padre, compañero, gestor, desfacedor de tuertos, desatascador (no con forma de Lola Flores), aficionado, gourmet y somelier. Coleccionista autofinanciado, profesional, político, agricultor, soñador, mozo de obra, recolector, Marco Polo, amigo... y, finalmente, estrella fugaz. Pero como dijeron Galeano y Eldon Tyrell, la luz de las estrellas fugaces se extingue antes de tiempo, pero precisamente porque brillaron con tal intensidad que nadie, en todo el mundo, podrá ignorar u olvidar que existieron.
Fui privilegiado al conocerte, al llamarme amigo tuyo y porque sé que parte de tu espíritu se ha quedado acomodado entre los surcos de pizarra que un viejo gramófono holla para revivir, tambien, una voz que, bella, nos recuerda que tenemos que recordar, que un beso es un beso, una sonrisa una sonrisa... As time goes by.
Buenas noches, montañés montaraz de imborrable recuerdo. No nos dejes de mirar con esa sonrisilla de niño avispado sabedor de astutos secretos, desde ese cielo en que seguro que a estas alturas ya te las habrás apañado para salir de farra con Manolete, Churchill y Dumas inicialmente a solas, pero se te habrán apalancado Vicente Ferrer, Gandhi y un tal Jesus (el de los chistes), que han oido que contigo la gente disfruta de lo lindo sin dejar de ser humana, sin dejar de ser quienes son.
(el futbolin espero llevartelo personalmente, porque ya te estamos echando de menos, y todavía no es viernes a mediodía)
Tu amigo siempre,
Ricitos Ustinov
jueves, 8 de diciembre de 2011
Nadie muere cuando, en el corazón de sus amigos, sigue vivo
Descansa en paz, amigo mío: tú nunca morirás, porque siempre habrá alguien para recordarte.
Luis
Luis
miércoles, 7 de diciembre de 2011
10 notas rápidas sobre arte, porque sí
1.- Lo que Peggy Guggenheim diga que es arte podrá importarle mucho al mercado y sus fluctuaciones, pero al arte debería traerle al pairo
2.- el Gombritch no es la Biblia (pero casi)
3.- Hay mas libros escritos sobre la belleza que sobre la fealdad
4.- -Caravaggio, Picasso, Beardsley... eran unos golfos pendencieros. Van Gogh, Dodd... estaban como las maracas de Machín: ¿Y?
5.- En el arte, lo que no es tradición es plagio (es de D'hors, no mía, pero qué gran verdad, la leche)
6.- Eso del apropiacionismo es una manera gilipollas (Gil y sus pollas) de intentar justificar las copias por la cara, y que cuele.
7.- Ukiyo-e, figuraciones precolombinas, romanticismo, impresionismo, prerrafaelismo, simbolismo, figuración abstracta, action painting, hindú, kitsch, op art, pop, psicodelia pictórica, neoplasticismo... (esta sí es una lista que vale la pena aprender, y no la del 396 o los paralelos y meridianos de la cuadrícula minera)
7.- Por favor, basta ya de Klimt, Munch y Liechenstein, que los tengo hasta en la sopa.
8.- Africa es la madre de todo lo humano y sus expresiones, arte incluida
10.- Instalaciones audiovisuales?
Hala, qué bien me he quedado
2.- el Gombritch no es la Biblia (pero casi)
3.- Hay mas libros escritos sobre la belleza que sobre la fealdad
4.- -Caravaggio, Picasso, Beardsley... eran unos golfos pendencieros. Van Gogh, Dodd... estaban como las maracas de Machín: ¿Y?
5.- En el arte, lo que no es tradición es plagio (es de D'hors, no mía, pero qué gran verdad, la leche)
6.- Eso del apropiacionismo es una manera gilipollas (Gil y sus pollas) de intentar justificar las copias por la cara, y que cuele.
7.- Ukiyo-e, figuraciones precolombinas, romanticismo, impresionismo, prerrafaelismo, simbolismo, figuración abstracta, action painting, hindú, kitsch, op art, pop, psicodelia pictórica, neoplasticismo... (esta sí es una lista que vale la pena aprender, y no la del 396 o los paralelos y meridianos de la cuadrícula minera)
7.- Por favor, basta ya de Klimt, Munch y Liechenstein, que los tengo hasta en la sopa.
8.- Africa es la madre de todo lo humano y sus expresiones, arte incluida
10.- Instalaciones audiovisuales?
Hala, qué bien me he quedado
martes, 29 de noviembre de 2011
Las dos estrellas del Diverxo
Mi corta experiencia en el campo me dice que la primera estrella Michelin se la dan al cocinero; la segunda, al conjunto, y la tercera, al detalle que no tenía por qué estar (la cuarta se concedería a lo sublime y, a partir de la quinta, al honor). El Diverxo ya tiene dos: inmerecidas, porque tendría que tener las tres. Tanto el servicio como la cocina, inmejorables hasta el punto de que no se desarrollan preferencias por quién prefieres que te atienda (cosa de tener al personal contento, satisfecho y partícipe de los éxitos). La cava de vinos, variada y siempre bien provista -no como en otros sitios en que, casualmente, el vino de mejor relación calidad/precio siempre falta y si no, que se lo digan a cierto peruano de Quito-. El número de mesas y comensales, el justo tirando a muy pocos, y la cadencia en cambio de servicios, llenado de bebidas y gestión del pago sin prisa, como deb ser: sin esa sensación de "ve pirándote, que tenemos cosas más importantes que hacer, de los sitios quieroynopuedos que han estado aflorando tanto ultimamente".
No hablo de los platos en concreto, que luego Angela me toma el pelo (excusa fácil porque no es posible hablar de los platos sin haberlos probado). Pena que sean fungibles, y las sensaciones de sabores no puedan pervivir en el paladar. Al menos, quedan en la memoria.
Felicidades a todos: David, Angela, Javier, Manuel, Enzo...
PS.- Saliendo al paso de críticas simpáticas, me ratifico en mi afirmación: David Muñoz puede lograr las estrellas Michelín que quiera. el Diverxo no, pero él, insisto, las que le salgan del Tomahawk. Y si alguien quiere apostar conmigo a que antes de 2 años abren otro local en Tokio, Pekín o Bombay, y que éste último se lleva otras tres estrellas, aquí estoy.
No hablo de los platos en concreto, que luego Angela me toma el pelo (excusa fácil porque no es posible hablar de los platos sin haberlos probado). Pena que sean fungibles, y las sensaciones de sabores no puedan pervivir en el paladar. Al menos, quedan en la memoria.
Felicidades a todos: David, Angela, Javier, Manuel, Enzo...
PS.- Saliendo al paso de críticas simpáticas, me ratifico en mi afirmación: David Muñoz puede lograr las estrellas Michelín que quiera. el Diverxo no, pero él, insisto, las que le salgan del Tomahawk. Y si alguien quiere apostar conmigo a que antes de 2 años abren otro local en Tokio, Pekín o Bombay, y que éste último se lleva otras tres estrellas, aquí estoy.
jueves, 17 de noviembre de 2011
Quieto, vuelo.
No necesito moverme,
ni tomar velocidad,
para destrozarme el cuerpo;
para caer desde la altura hasta lo profundo.
Me basta con mi locura,
con mi caos
con eludir las señales,
haciendo caso omiso
a voces,
a miradas,
a tristes,
preocupados
murmullos de quienes previeron lo evidente.
Todo hombre se suicida, al menos una vez en la vida.
Solo que no saben que,
o bien sobrevivieron,
o bien estan muertos.
No necesito moverme,
ni tomar velocidad,
para destrozarme el cuerpo;
para caer desde la altura hasta lo profundo.
Me basta con mi locura,
con mi caos
con eludir las señales,
haciendo caso omiso
a voces,
a miradas,
a tristes,
preocupados
murmullos de quienes previeron lo evidente.
Todo hombre se suicida, al menos una vez en la vida.
Solo que no saben que,
o bien sobrevivieron,
o bien estan muertos.
frases de la simpática tripulación de nuestras líneas aereas
Hay tripulantes que envejecen no ya con la aeronave, sino con la aerolínea. Y digo yo: leche, si no te gusta tu trabajo haz otro, pero no la tomes con el pobre -nunca mejor dicho- pasaje de clase turística, que demasiado tenemos ya con aguantar 12 horas apretujados en una aeronave de la edad de la Duquesa de Alba (si no fue la que llevó al niño Jesús a Galilea) y, encima, con una tele para cada 40 personas, que acabamos con los ojos desgañitados.
En fin, que en mi último viaje fui "asistido" (por llamarlo de alguna manera) por dos simpáticos señores/aeromozos que debieron sufrir alguna indigestión o flatulencias de imposible eliminación, porque la última vez que vi dos caras de asco tan brutales fue el día en que rescindieron el contrato a los hermanos Calatrava. Pero recapitulo, que me voy del relato: uno debía ser el hermano sociópata de John Malkovich (le llamaremos JMK) y el otro, la Alegría Baturra de la Huerta (Baturra Joy of the Farm, aka BJF). Y estos dos simpáticos aeromozos, émulos fracasados de los desastres de los pobres Mortadelo y Filemon, creo yo que debían estar pagados por British Airways, porque no dejaban de cosechar todo tipo de parabienes y felicitaciones de todos y cada uno de los pasajeros a su cargo, los cuales, casi al unísono, elevaban vítores ensordecedores a los sacrificios extremos de sus madres, que sin duda, si habían tenido que vender su cuerpo, no era por vicio o fornicio, sino por alejarse con causa justificada de zoquetes tales.
La primera, en la frente: no debio gustarles cómo el pasaje había guardado las maletas, que los traviesos aeromozos, sin duda atacados por el hastío, se dedicaron a cambiar de lugar practicamente todas las maletas. Tras lo cual, cómo no, la hora de la comida fue una maravilla: había que pedirles pasta si querías que te dieran ternera, y ternera si deseabas pasta: si no, la cagabas. Con la bebida, lo mismo: a mí (tonto yo), me dio por pedirles una botellica de cava -petición típica del flying catetou, pero qué le vamos a hacer-, y... para qué te cuento, que aún hoy la estoy esperando. Eso sí, fueron afectuosos conmigo a la manera de las viriles tribus bárbaras que asolaron España hace siglos, pues para quitarme los restos de la comida, casi dejan a mi madre sin hijo a leches.
Tras lo cual (dejaremos lo del café y té aparte, previsible de todo punto) se procedió a la venta Duty Free... y oiga, qué grandes mercaderes y cuántas cosicas tenían que, por no agacharse los jodíos a buscar el producto, decían que se les había agotado todo (hasta el Chivas, no obstante el ostentoso botellón que adornaba, cual mascarón, la proa del carrito de marras...)
Y del servicio de entretenimiento a bordo, en fin... la única película que ponen en doce horas y la jodida va, y ni se oye. Y cuidadín con tocar el botoncico de ayuda: al quinto bocinazo del decimosexto pasajero de la clase MDH (MuertosdeHambre, a ojos de los mentados dinámicos y profesionales azafatos de las narices), van los tíos con dos huevos y pronuncian, apodípticamente, la frase: "se ha ordenado resetear, debería funcionar": mal rollo, porque eso de resetear el avion en pleno vuelo, a mí no me acabó de convencer. Menos mal que a) al final confesaron que eso era cosa de todos los pasajeros que habían pasado antes, y que no era culpa de ellos -querubines míos-, y b) la película era "el surgir del planeta de lso simios", y como los susodichos simios todavía no hablaban, cada uno debió hacerse su propia película.
... Así, hasta Quito. Eso sí, hay que decir que eran muy, pero que muy democráticos y buena gente, pues ¿no voy yo, cretino de mí, y se me ocurre acercarme a la clase business a saludar a un amigo? .... ¿No me atrevo a cometer el pecado de pecados de traspasar las cortinas plisadas marrones, símbolo plisado marrón de la diferencia -también plisada y marrón- entre los Elegidos y el plain village (pueblo llano)..., y ¿no van ellos y en lugar de colgarme boca abajo de las gónadas -merecidamente- , se limitán meramente a echarme un broncazo por haber traspasado el umbral entre la hediondez y la charme?. En ese momento mis ojos, llenos de lágrimas de gratitud ante la magnanimidad espontaneamente desplegada por ese azafato generoso, hijo de la grandísima eficiencia aerea, que no dudó en perdonar mi hedionda vida, mis ojos (prosigo) no podían ver. Y creo yo que debía ser por las lágrimas de gratitud, y no por los esfuerzos desplegados al intentar ver al puto mono en la minitele a 10 metros de distancia -el mono mudo, recordemos-, ni tampoco por la resequedad ambiente, que ni un vaso de agua nos dieron Malkovichito y Alegredelahuerta. No: si no podía ver, era por la generosidad desplegada por estos profesionales tan majos, emanación indudable de la eficiencia y gusto por las cosas bien hechas que siempre ha impregnado el espíritu del macho español...
El próximo viaje, en Lan Ecuador: ya pueden echarme un galgo los de Iberia. No pidas a quien pidió, ni sirvas a quien sirvió.
D.
PS.- A más que procedente excitación de terceros, hago constar expresamente que el simpático aeromozo que me mandó a tomar por donde aventan los pepinos por mancillar la clase business no solo recibió un requiebro mío, sino un pedazo broncazo de padre y muy señor mío por parte de mi amigo, quien a) suele volar en turista, y b) perdió el pobre su ius coporum gratuitorum, postre y el respeto de su compañero de fila como consecuencia del escándalo que montó al pobre aeromozo, que no hacía sino cumplir su trabajo cual portero ucraniano de discoteca chunga, de esos que te cascan si subes a los reservados.
Gracias, G., y gracias por enseñarme que con la clase se nace y nunca, nunca se pierde.
En fin, que en mi último viaje fui "asistido" (por llamarlo de alguna manera) por dos simpáticos señores/aeromozos que debieron sufrir alguna indigestión o flatulencias de imposible eliminación, porque la última vez que vi dos caras de asco tan brutales fue el día en que rescindieron el contrato a los hermanos Calatrava. Pero recapitulo, que me voy del relato: uno debía ser el hermano sociópata de John Malkovich (le llamaremos JMK) y el otro, la Alegría Baturra de la Huerta (Baturra Joy of the Farm, aka BJF). Y estos dos simpáticos aeromozos, émulos fracasados de los desastres de los pobres Mortadelo y Filemon, creo yo que debían estar pagados por British Airways, porque no dejaban de cosechar todo tipo de parabienes y felicitaciones de todos y cada uno de los pasajeros a su cargo, los cuales, casi al unísono, elevaban vítores ensordecedores a los sacrificios extremos de sus madres, que sin duda, si habían tenido que vender su cuerpo, no era por vicio o fornicio, sino por alejarse con causa justificada de zoquetes tales.
La primera, en la frente: no debio gustarles cómo el pasaje había guardado las maletas, que los traviesos aeromozos, sin duda atacados por el hastío, se dedicaron a cambiar de lugar practicamente todas las maletas. Tras lo cual, cómo no, la hora de la comida fue una maravilla: había que pedirles pasta si querías que te dieran ternera, y ternera si deseabas pasta: si no, la cagabas. Con la bebida, lo mismo: a mí (tonto yo), me dio por pedirles una botellica de cava -petición típica del flying catetou, pero qué le vamos a hacer-, y... para qué te cuento, que aún hoy la estoy esperando. Eso sí, fueron afectuosos conmigo a la manera de las viriles tribus bárbaras que asolaron España hace siglos, pues para quitarme los restos de la comida, casi dejan a mi madre sin hijo a leches.
Tras lo cual (dejaremos lo del café y té aparte, previsible de todo punto) se procedió a la venta Duty Free... y oiga, qué grandes mercaderes y cuántas cosicas tenían que, por no agacharse los jodíos a buscar el producto, decían que se les había agotado todo (hasta el Chivas, no obstante el ostentoso botellón que adornaba, cual mascarón, la proa del carrito de marras...)
Y del servicio de entretenimiento a bordo, en fin... la única película que ponen en doce horas y la jodida va, y ni se oye. Y cuidadín con tocar el botoncico de ayuda: al quinto bocinazo del decimosexto pasajero de la clase MDH (MuertosdeHambre, a ojos de los mentados dinámicos y profesionales azafatos de las narices), van los tíos con dos huevos y pronuncian, apodípticamente, la frase: "se ha ordenado resetear, debería funcionar": mal rollo, porque eso de resetear el avion en pleno vuelo, a mí no me acabó de convencer. Menos mal que a) al final confesaron que eso era cosa de todos los pasajeros que habían pasado antes, y que no era culpa de ellos -querubines míos-, y b) la película era "el surgir del planeta de lso simios", y como los susodichos simios todavía no hablaban, cada uno debió hacerse su propia película.
... Así, hasta Quito. Eso sí, hay que decir que eran muy, pero que muy democráticos y buena gente, pues ¿no voy yo, cretino de mí, y se me ocurre acercarme a la clase business a saludar a un amigo? .... ¿No me atrevo a cometer el pecado de pecados de traspasar las cortinas plisadas marrones, símbolo plisado marrón de la diferencia -también plisada y marrón- entre los Elegidos y el plain village (pueblo llano)..., y ¿no van ellos y en lugar de colgarme boca abajo de las gónadas -merecidamente- , se limitán meramente a echarme un broncazo por haber traspasado el umbral entre la hediondez y la charme?. En ese momento mis ojos, llenos de lágrimas de gratitud ante la magnanimidad espontaneamente desplegada por ese azafato generoso, hijo de la grandísima eficiencia aerea, que no dudó en perdonar mi hedionda vida, mis ojos (prosigo) no podían ver. Y creo yo que debía ser por las lágrimas de gratitud, y no por los esfuerzos desplegados al intentar ver al puto mono en la minitele a 10 metros de distancia -el mono mudo, recordemos-, ni tampoco por la resequedad ambiente, que ni un vaso de agua nos dieron Malkovichito y Alegredelahuerta. No: si no podía ver, era por la generosidad desplegada por estos profesionales tan majos, emanación indudable de la eficiencia y gusto por las cosas bien hechas que siempre ha impregnado el espíritu del macho español...
El próximo viaje, en Lan Ecuador: ya pueden echarme un galgo los de Iberia. No pidas a quien pidió, ni sirvas a quien sirvió.
D.
PS.- A más que procedente excitación de terceros, hago constar expresamente que el simpático aeromozo que me mandó a tomar por donde aventan los pepinos por mancillar la clase business no solo recibió un requiebro mío, sino un pedazo broncazo de padre y muy señor mío por parte de mi amigo, quien a) suele volar en turista, y b) perdió el pobre su ius coporum gratuitorum, postre y el respeto de su compañero de fila como consecuencia del escándalo que montó al pobre aeromozo, que no hacía sino cumplir su trabajo cual portero ucraniano de discoteca chunga, de esos que te cascan si subes a los reservados.
Gracias, G., y gracias por enseñarme que con la clase se nace y nunca, nunca se pierde.
El yogur de Villaviciosa
Hay cosas que saben a recuerdos. Las hay que saben a amistad, a invierno frente a la chimenea de casa de los abuelos, a cocina de Asturias, a voces que se apagaron hace tiempo... esta, sabe a verano de piscina en Villaviciosa, al lado del flotador y con una edad en que no era todo más fácil, pero sí más seguro. el día que encuentre un envoltorio de Tronkito con siquiera el más mínimo resquicio memorístico de olor a chocolate...
lunes, 14 de noviembre de 2011
Ecuador (ter): de categorías jurídicas, realismo mágico, helados de Salcedo y Suizos maravillosamente locos
catarata del Pailón del Diablo (Baños, Ecuador)
Amazonía, pura y dura, junto a la Casa del Suizo
La Sávila, bebida que se toma en dos partes: una primera, consistente en una bebida de hierbas con propiedades bien antiinflamatorias (amargo) bien digestivas, y una segunda, en que se bebe aloe puro -en la foto- mezclado con polen, reconstituyente y melaza: sienta de libro, y si no, que se lo pregunten a S.
Los famosos helados de Salcedo, entre Llatacunga y Ambato
la basílica, de estilo neogótico y gárgolas que representan fauna endémica ecuatoriana
Esta vez, en el tiempo libre que logramos negociar a la Universidad, tocó la Amazonía. De Ambato a Baños, de Baños al Puyo, del Puyo al Tena, Napo... y así, en dirección al Coca, remontando el Pastaza en su camino a unirse al Amazonas. Visitamos la casa del Suizo -un alma grande que recogía los restos de las grandes obras de las petroleras para hacer puentes a los indígenas- y, entre medias,
canelazos entre pasillos y Sanjuanitos,
helados de Salcedo de vuelta a Quito,
colada morada con pan del Pinllo, último recuerdo del día de difuntos
historias de los tres Juanes,
frases míticas
Pilseners con Llapingacho
Astrid y Gastón (Daniela, la tercera en discordia, no llegó)
secos de chivo en lugar del Chontacuro
cuero de Quisapincha y camisetas falsas del equipo nacional ecuatoriano (para ver debidamente el encuentro con Perú)
Amazonía, pura y dura, junto a la Casa del Suizo
La Sávila, bebida que se toma en dos partes: una primera, consistente en una bebida de hierbas con propiedades bien antiinflamatorias (amargo) bien digestivas, y una segunda, en que se bebe aloe puro -en la foto- mezclado con polen, reconstituyente y melaza: sienta de libro, y si no, que se lo pregunten a S.
Los famosos helados de Salcedo, entre Llatacunga y Ambato
la basílica, de estilo neogótico y gárgolas que representan fauna endémica ecuatoriana
Esta vez, en el tiempo libre que logramos negociar a la Universidad, tocó la Amazonía. De Ambato a Baños, de Baños al Puyo, del Puyo al Tena, Napo... y así, en dirección al Coca, remontando el Pastaza en su camino a unirse al Amazonas. Visitamos la casa del Suizo -un alma grande que recogía los restos de las grandes obras de las petroleras para hacer puentes a los indígenas- y, entre medias,
canelazos entre pasillos y Sanjuanitos,
helados de Salcedo de vuelta a Quito,
colada morada con pan del Pinllo, último recuerdo del día de difuntos
historias de los tres Juanes,
frases míticas
Pilseners con Llapingacho
Astrid y Gastón (Daniela, la tercera en discordia, no llegó)
secos de chivo en lugar del Chontacuro
cuero de Quisapincha y camisetas falsas del equipo nacional ecuatoriano (para ver debidamente el encuentro con Perú)
Patsy -comme un appel-
A veces han de pasar décadas hasta que logramos poner nombre a los recuerdos. Hoy, tras 25 años, encontré, al fin, aquel rumor cuya armonía solo llegaba a oir claramente al final de la noche. Pero un día, luchando contra el fin de un buen sueño, rescaté del olvido una sola frase: "il emporte mes rêves". Y a través de ella, lo encontré. Y tras volverla a escuchar, me doy cuenta de que bastaría con quedarse en los dos primeros minutos. Pero esos dos minutos, previos a uno de tantos estribillos ochenteros escuchados por un adolescente más, podría escucharlos hasta siempre, como estoy haciendo ahora, con esa insistencia loca que logra revivir, solo en el perfecto delirio de toda noche de forzada lucha contra la vigilia, a Jeanmi, Monique, Thierry, Christophe, la Maison du Quartier, la escalada con Jose y Pepín, los bocadillos con Celine, Helene, Cyrile, Aurelie. La Bernerie en Retz, Pépé y Mémé, Renaud,partenaire particulaire, Mylene Farmer, las latas de ravioli relleno, los tebeos en francés. El olor del plástico de las primeras Nike, compradas en Oxford Street...
Pero de estos recuerdos, solo sabe José
Un oiseau plane tout là-haut dans le ciel,
il emporte mes rêves,
le vent se prend dans ses ailes.
Les gouttes de pluie,
qui tombent de feuille en feuille,
caressent les arbres d'où s'échappe un cri.
C'est comme un appel, un signal,
une raison tropicale
pour mon âme de céder au voyage idéal.
Oh, c'est comme un appel, «jungle dream»,
une douce sensation dont je suis victime.
C'est comme une révolte, «jungle dream»,
d'un sentiment qu'on réprime.
C'est comme un appel, «jungle dream»,
l'envie de voler par-dessus les cimes.
J'ai comme l'illusion d'être la victime,
vertige du secret à dire.
Le vent tiède souffle dans ses cheveux,
oh il caresse ma peau,
j'ai le vertige de ses yeux bleus.
Il y'a tant d'amour au fond de mon âme
qu'elle s'envole vers celui qui réclame.
Et par delà les fleurs, par-dessus les forêts,
l'oiseau fou m'entraîne
vers le monde qui me plaît.
Oh, oh, c'est comme un appel, «jungle dream»,
une douce sensation dont je suis victime.
C'est comme une révolte, «jungle dream»,
d'un sentiment qu'on réprime.
C'est comme un appel, «jungle dream»,
l'envie de voler par-dessus les cimes.
J'ai comme l'illusion d'être la victime,
vertige du secret à dire.
C'est comme un appel, «jungle dream»,
une douce sensation, oh dont je suis victime.
C'est comme une révolte, «jungle dream»,
d'un sentiment qu'on réprime.
C'est comme un appel, «jungle dream»,
l'envie de voler par-dessus les cimes.
J'ai comme l'illusion d'être la victime,
vertige du secret à dire.
miércoles, 19 de octubre de 2011
"Our revels now are ended. These our actors,
As I foretold you, were all spirits and
Are melted into air, into thin air:
And, like the baseless fabric of this vision,
The cloud-capp'd towers, the gorgeous palaces,
The solemn temples, the great globe itself,
Yea, all which it inherit, shall dissolve
And, like this insubstantial pageant faded,
Leave not a rack behind. We are such stuff
As dreams are made on, and our little life
Is rounded with a sleep". (Will Shakespeare, the tempest)
We are such stuff as dreams are made on: we are the stuff dreams are made on, and maybe -just maybe-, we are nothing but someone else's dream. Someone else which we call God -because he created us, and we can perceive being nothing but a Creation- but which can just be our closest friend; our neighbour, the woman which buys groceries in the same supermarket than us... and we are nothing but parts of a dream which will soon end.
Where do dreamt creatures go when the dreamer wakes up?
That, we'll soon know
As I foretold you, were all spirits and
Are melted into air, into thin air:
And, like the baseless fabric of this vision,
The cloud-capp'd towers, the gorgeous palaces,
The solemn temples, the great globe itself,
Yea, all which it inherit, shall dissolve
And, like this insubstantial pageant faded,
Leave not a rack behind. We are such stuff
As dreams are made on, and our little life
Is rounded with a sleep". (Will Shakespeare, the tempest)
We are such stuff as dreams are made on: we are the stuff dreams are made on, and maybe -just maybe-, we are nothing but someone else's dream. Someone else which we call God -because he created us, and we can perceive being nothing but a Creation- but which can just be our closest friend; our neighbour, the woman which buys groceries in the same supermarket than us... and we are nothing but parts of a dream which will soon end.
Where do dreamt creatures go when the dreamer wakes up?
That, we'll soon know
lunes, 17 de octubre de 2011
Occupy Wall Street
Como dice María, ¿por qué hacemos más caso a los de fuera que a los de dentro? y, en todo caso, yo ya me he perdido con los indignados americanos: quiénes son, ¿los del Tea party (que ahora, además de negar la teoría de la evolución, parece que tienen hasta un himno, "I am America", de Krista Branch), o los de Occupy Wall Street? leche, si Obama pone un circo, le crecen los enanos. No están como aquí, pero bueno...
martes, 11 de octubre de 2011
Una historia verdadera
Siento que, a veces, este blog parezca tornarse pelín emotivo/ternurista, pero qué se le va a hacer: a veces toca cachondeo y otras, como es el caso, dejar escrito en este espacio tan infinitamente efímero que es la "blogosfera" historias que no pueden caer en el olvido, pues entre tanto volcán, crisis, cambio de gobierno, primaveras árabes, hambrunas, sádicos et alii, tiene que haber, necesariamente, luz.
Y la hay, créanme. El problema es que lo bello, lo heroico, lo que nos hace tirar un día más, no tiene gancho para el común de los mortales... pero de esto ya se ha hablado mucho y ni tengo un orujo de hierbas delante, ni me acabo de zampar unos carabineros, ni la mierda de medios de comunicastración que tenemos vale la pena.
Lo que vale la pena son unas gemelitas indias adoptadas por una pareja tras ser salvadas de la muerte por un ingeniero agrónomo en un pueblo de la India. El ingeniero, que acababa al fin de descubrir un acuífero y se prestaba a notificar a la aldea que en breve tendrían un pozo con agua, se encontró a todos arremolinados en torno a dos bebés tendidos en el suelo, y le contaron la historia: los padres acababan de morir en un accidente, no había quien se ocupara de ellas -eran bebes, dos y niñas...- y la supervivencia atávica del grupo exigía -esperaba- que se prescindiera de ellas, cosa que iban a hacer de un modo que no merece la pena recordar.
Y este ingeniero, ni corto ni perezoso, le dijo a Fuenteovejuna que si no salvaban a las niñas no había pozo: y a punto estuvo de ser muerto, él también, por el pecado de ir contra la supervivencia de la aldea. Pero se mantuvo en las suyas y, al fin, cambió el pozo por la vida de esas niñas que, tras ser adoptadas, pululan hoy encantadas por las calles de Madrid, desconozco si conscientes o no de que deben la vida a una de esas personas por las que se podría redimir a todo un mundo.
Como cierta me la contaron, y así la plasmo yo.
D.
Y la hay, créanme. El problema es que lo bello, lo heroico, lo que nos hace tirar un día más, no tiene gancho para el común de los mortales... pero de esto ya se ha hablado mucho y ni tengo un orujo de hierbas delante, ni me acabo de zampar unos carabineros, ni la mierda de medios de comunicastración que tenemos vale la pena.
Lo que vale la pena son unas gemelitas indias adoptadas por una pareja tras ser salvadas de la muerte por un ingeniero agrónomo en un pueblo de la India. El ingeniero, que acababa al fin de descubrir un acuífero y se prestaba a notificar a la aldea que en breve tendrían un pozo con agua, se encontró a todos arremolinados en torno a dos bebés tendidos en el suelo, y le contaron la historia: los padres acababan de morir en un accidente, no había quien se ocupara de ellas -eran bebes, dos y niñas...- y la supervivencia atávica del grupo exigía -esperaba- que se prescindiera de ellas, cosa que iban a hacer de un modo que no merece la pena recordar.
Y este ingeniero, ni corto ni perezoso, le dijo a Fuenteovejuna que si no salvaban a las niñas no había pozo: y a punto estuvo de ser muerto, él también, por el pecado de ir contra la supervivencia de la aldea. Pero se mantuvo en las suyas y, al fin, cambió el pozo por la vida de esas niñas que, tras ser adoptadas, pululan hoy encantadas por las calles de Madrid, desconozco si conscientes o no de que deben la vida a una de esas personas por las que se podría redimir a todo un mundo.
Como cierta me la contaron, y así la plasmo yo.
D.
Apple sin Steve Jobs
Apple está triste, ¿qué tendrás Apple? pues el lógico acojono del mamut que ve que quien le creó con el Mackintosh, le recreó con el Ipod, le resucitó con el Iphone y ahora, con el Ipad le había dado la tranquilidad, se ha ido para siempre. Lo siento por el fallecimiento de un ser humano que, por otro lado, tuvo la satisfacción de hacer realidad su sueño (olé, Sr. Jobs, esté donde esté: casi nadie lo logra), pero lo que es por Apple, ese hijo desagradecido, pródigo -en su sentido más estricto- y que solo se acordaba de Santa Barbara -Barbara Jobs, se entiende- cuando tronaba en Wall Street o Pekín... pues muchas lágrimas, lo que es muchas lágrimas, no voy a echar. en 3 años máx. los chinos se harán con la participación mayoritaria en la compañía de la manzana -si no la tienen ya sindicada- y confirmarán lo que no es sino una situación de hecho consolidada.
D.
Descanse Ud., sr. Jobs, que se lo tiene merecido. Y si tuviera Ud. mala leche, se dedicaría a decir "te lo dije" de aquí a poco.
D.
Descanse Ud., sr. Jobs, que se lo tiene merecido. Y si tuviera Ud. mala leche, se dedicaría a decir "te lo dije" de aquí a poco.
lunes, 10 de octubre de 2011
Pina Bausch, Wim Wenders y kazuo Ohno
Este fin de semana ha tocado el tranquilo cultivo de este melonaco que Dios me ha dado por cabeza, y el fertilizante ha sido espectacular, con independencia de sus resultados: Pina, de Wim Wenders, en 3D el sábado -Gema, ve a verlo-, y ayer, la loca Elektra de Strauss, con escenografía del Pompidouzado Anselm Kiefer y un papelón principal increíble, en lo que es la orgía de despecho, odio, sentimientos encontrados y, al final, el vacío de la venganza, más sabiamente combinada que he visto junto a la versión de Titus de la Taymor (sí, hubo vida de la buena antes de "en tierra hostil"). Pero lo que yo quiero enfatizar es la maravilla que vi este sábado en 3D, y que ha hecho que me reconcilie con la danza contemporánea, esa expresión corporal que en muchos casos tiene más de mimo inspirado que de baile, y que me hace posponer toda reflexión sobre la muerte de Steve Jobs, Eduardo III, Kevin Spacey, el pollo del Niemeyer, the bridge, los cadáveres que va dejando Almodovar... y demás, que tendrán que esperar.
Estoy enamorado del Señor Wenders desde que convertí "el cielo sobre Berlín" en una de mis tres películas-fetiche (decisión que ha sobrevivido incluso el destrozo que le perpetraron "city of angels" y el vídeo de U2). Con Buena Vista Social Club disfruté un montón, y estoy esperando que me llegue "hasta el fin del mundo" para volverla a ver desde el cariño de cuasicuarentón con -mínimo- bagaje de experiencias visuales. Todo ello me llevó este sábado a los Ideal con las esperanzas altas y, reconozcámoslo, no sólo no me defraudó, sino que ha superado cualquier expectativa: desde la última vez que ví un espectáculo de Danza contemporánea de la mano del Sr. Duato -imitador burdo de maestros que ha convertido la Compañía Nacional de Danza en su cortijo-, no había vuelto a poner pie en una de estas sesiones hasta ahora, en que he visto un acto múltiple de amor hacia un genio que nos dejó hace pocó más de dos años. Porque "Pina" es un homenaje desde el amor, hecho con amor, por un profesional que se ha dejado aconsejar por aquellos que estuvieron trabajando con ella durante más de 20 años, su Tanztheater de Wüpperthal, un grupo de profesionales de la danza malacostumbrados a cocrear con el mito Bausch, en una suerte de relación de retroalimentación que el tiempo ha agradecido, convirtiendo a la Bausch en un personaje de la talla de la Bernhardt, la Duncan, la Callas, Von Karajan o Glenn Gould; de esos que no solo no muere nunca sino que, como decía una de sus bailarinas, crece cada vez que nos visita en los sueños.
A través de diversas incursiones detrás de los ensayos y representaciones de hitos como sus Café Müller, el Rito de la primavera, Orfeo y Eurídice, Kontakthof o Água, y ayudado de la magia de un 3D magistral -porque ha tenido que seguir cada paso, de modo que parece que les estamos acompañando, a los bailarines-, Wenders nos muestra el genio y, tanto o más importante, cómo esta excepcional cualidad privativa de sólo un puñado de humanos se plasma en lo que queda después de su partida. Porque Pina, lo que es Pina, no aparece ni en, ni para esta película (murió demasiado pronto, demasiado de improvisto), más allá de unas muy concretas secuencias de archivo que sirven al cineasta para enhebrar la suave cadencia de la filmación.
En Pina, Wenders nos muestra que por nuestras obras nos conocerán, y nos despliega parte del legado de Pina Bausch a través del cariño, la maestría y el genio contagiado a todos y cada uno de los integrantes del Tanztheater, bailarines que, siendo distintos, cada uno es, también, Pina. Y esa es la magia de este peliculón: que viendo a los suyos, a su obra, vemos la sombra del genio que hubo detrás, en una suerte de cuento contado por un autor anónimo, sobre un personaje anónimo, del que solo se habla en susurros, y en términos míticos. Y de ese modo adivinamos el animal artístico que, superando el protagonismo clásico de las piernas en el baile, erige a brazos y manos en instrumento supremo de sendas armonía, comunicación y arte. Todo, sobre la base del doble sueño de que, con ayuda de los demás, se superan todos los obstáculos, partiendo de nuestra inevitable unión con las fuerzas de la naturaleza y los 4 elementos: porque sólo en contínua unión con la tierra de donde venimos (y a donde inevitablemente volvemos: véase la escena donde se intenta enterrar a la bailarina), el agua que somos, el viento que nos mueve y el fuego que llevamos dentro -y que fumamos, como Pina, por paquetes-, podremos vivir con nosotros mismos. Así, se nos muestra cómo podemos caer una y mil veces, mientras haya alguien que nos recoja; caminar a ciegas, siempre que nos ayuden a quitar los obstáculos; empaparnos, mientras se nos proporcione calor humano e, incluso, rasgarnos las vestiduras, mesarnos los cabellos o autolesionarnos siempre que el fin, empero, lo valga.
El fin de Pina siempre fue esa belleza que el decapitado Trecet nos incitaba a buscar ("esta es la única protesta que merece la pena en este asqueroso mundo"). Y una vez que Pina la encontró, se la dejó a su compañía y se fue: debe ser cansado, eso de ser los macilentos y picudos hombros que sostienen, a solas, una de las últimas luces de la pureza. Y como decía una de sus amigas, en este momento debe estar en el cielo junto con Kazuo Ohno, los dos saltando de nube en nube, y hablando de qué pueden representar ahí arriba ahora que pueden volar, mientras el maestro del Butoh juega a plegarse, como una futura mariposa, y ella baila, con los ojos cerrados, pero moviéndolos detrás de los párpados (pues en la oscuridad, como en la luz, también se puede seguir el movimiento del universo).
Que soñemos contigo, Pina, y nos recojas cuando caigamos.
L.
PS.- Si alguien conoce o se encuentra con Fernando Suels Mendoza, el único español de la compañía, por favor que me lo reverencie de mi parte. Y en lo atinente a los incondicionales de Carolyn Carlson, no solo les respeto, sino que a nivel estético me gustan más sus coreografías que las de la Bausch, pero porque acometen a la perfección una simbiosis de influencias (ballet clásico, flamenco, bailes tradicionales...) que son percibidas más rapidamente por el subconsciente. Y desde luego, si lo interpreta Sara Orselli, ya me dan las cuatro cosas: pedazo de feminidad, Señor -gracias, Esther, por la pista-.
Estoy enamorado del Señor Wenders desde que convertí "el cielo sobre Berlín" en una de mis tres películas-fetiche (decisión que ha sobrevivido incluso el destrozo que le perpetraron "city of angels" y el vídeo de U2). Con Buena Vista Social Club disfruté un montón, y estoy esperando que me llegue "hasta el fin del mundo" para volverla a ver desde el cariño de cuasicuarentón con -mínimo- bagaje de experiencias visuales. Todo ello me llevó este sábado a los Ideal con las esperanzas altas y, reconozcámoslo, no sólo no me defraudó, sino que ha superado cualquier expectativa: desde la última vez que ví un espectáculo de Danza contemporánea de la mano del Sr. Duato -imitador burdo de maestros que ha convertido la Compañía Nacional de Danza en su cortijo-, no había vuelto a poner pie en una de estas sesiones hasta ahora, en que he visto un acto múltiple de amor hacia un genio que nos dejó hace pocó más de dos años. Porque "Pina" es un homenaje desde el amor, hecho con amor, por un profesional que se ha dejado aconsejar por aquellos que estuvieron trabajando con ella durante más de 20 años, su Tanztheater de Wüpperthal, un grupo de profesionales de la danza malacostumbrados a cocrear con el mito Bausch, en una suerte de relación de retroalimentación que el tiempo ha agradecido, convirtiendo a la Bausch en un personaje de la talla de la Bernhardt, la Duncan, la Callas, Von Karajan o Glenn Gould; de esos que no solo no muere nunca sino que, como decía una de sus bailarinas, crece cada vez que nos visita en los sueños.
A través de diversas incursiones detrás de los ensayos y representaciones de hitos como sus Café Müller, el Rito de la primavera, Orfeo y Eurídice, Kontakthof o Água, y ayudado de la magia de un 3D magistral -porque ha tenido que seguir cada paso, de modo que parece que les estamos acompañando, a los bailarines-, Wenders nos muestra el genio y, tanto o más importante, cómo esta excepcional cualidad privativa de sólo un puñado de humanos se plasma en lo que queda después de su partida. Porque Pina, lo que es Pina, no aparece ni en, ni para esta película (murió demasiado pronto, demasiado de improvisto), más allá de unas muy concretas secuencias de archivo que sirven al cineasta para enhebrar la suave cadencia de la filmación.
En Pina, Wenders nos muestra que por nuestras obras nos conocerán, y nos despliega parte del legado de Pina Bausch a través del cariño, la maestría y el genio contagiado a todos y cada uno de los integrantes del Tanztheater, bailarines que, siendo distintos, cada uno es, también, Pina. Y esa es la magia de este peliculón: que viendo a los suyos, a su obra, vemos la sombra del genio que hubo detrás, en una suerte de cuento contado por un autor anónimo, sobre un personaje anónimo, del que solo se habla en susurros, y en términos míticos. Y de ese modo adivinamos el animal artístico que, superando el protagonismo clásico de las piernas en el baile, erige a brazos y manos en instrumento supremo de sendas armonía, comunicación y arte. Todo, sobre la base del doble sueño de que, con ayuda de los demás, se superan todos los obstáculos, partiendo de nuestra inevitable unión con las fuerzas de la naturaleza y los 4 elementos: porque sólo en contínua unión con la tierra de donde venimos (y a donde inevitablemente volvemos: véase la escena donde se intenta enterrar a la bailarina), el agua que somos, el viento que nos mueve y el fuego que llevamos dentro -y que fumamos, como Pina, por paquetes-, podremos vivir con nosotros mismos. Así, se nos muestra cómo podemos caer una y mil veces, mientras haya alguien que nos recoja; caminar a ciegas, siempre que nos ayuden a quitar los obstáculos; empaparnos, mientras se nos proporcione calor humano e, incluso, rasgarnos las vestiduras, mesarnos los cabellos o autolesionarnos siempre que el fin, empero, lo valga.
El fin de Pina siempre fue esa belleza que el decapitado Trecet nos incitaba a buscar ("esta es la única protesta que merece la pena en este asqueroso mundo"). Y una vez que Pina la encontró, se la dejó a su compañía y se fue: debe ser cansado, eso de ser los macilentos y picudos hombros que sostienen, a solas, una de las últimas luces de la pureza. Y como decía una de sus amigas, en este momento debe estar en el cielo junto con Kazuo Ohno, los dos saltando de nube en nube, y hablando de qué pueden representar ahí arriba ahora que pueden volar, mientras el maestro del Butoh juega a plegarse, como una futura mariposa, y ella baila, con los ojos cerrados, pero moviéndolos detrás de los párpados (pues en la oscuridad, como en la luz, también se puede seguir el movimiento del universo).
Que soñemos contigo, Pina, y nos recojas cuando caigamos.
L.
PS.- Si alguien conoce o se encuentra con Fernando Suels Mendoza, el único español de la compañía, por favor que me lo reverencie de mi parte. Y en lo atinente a los incondicionales de Carolyn Carlson, no solo les respeto, sino que a nivel estético me gustan más sus coreografías que las de la Bausch, pero porque acometen a la perfección una simbiosis de influencias (ballet clásico, flamenco, bailes tradicionales...) que son percibidas más rapidamente por el subconsciente. Y desde luego, si lo interpreta Sara Orselli, ya me dan las cuatro cosas: pedazo de feminidad, Señor -gracias, Esther, por la pista-.
jueves, 29 de septiembre de 2011
Adeu, corridas en Cataluña, adeu
Como el blog lo hago yo aunque sea de todos, y creo que tal presupuesto ha sido minuciosamente respetado -aun a riesgo de haber sido llamado de todo en ocasiones-, me veo legitimado para poner mis opiniones, y luego que me las rebata quien quiera.
Estamos locos. Si a mí me dieran a elegir entre la vida humana más "insignificante" (entrecomillo porque no hay vida humana insignificante) y la Gioconda, quemaría ese cuadro que, al final, no es más que eso, un puñetero cuadro -y les habla un coleccionista de casi todo-. Pero abolir las corridas de toros en Cataluña, cuando casi simultaneamente se ha autorizado por la Generalitat la matanza de miles de jabalís llegando a usar venenos me parece, cuando menos, un poco incoherente, ¿no?.
Respeto a los agricultores, pero leche, creo que el mismo respeto se merecen todos los profesionales que vivían del toreo, y éstos no son solo los empleados directamente como consecuencia del negocio taurino, sino los hosteleros, los reventas, los que se sacaban unas pelillas ayudando a los guiris a conseguir entradas, los Tour operators que organizaban las excursiones ex profeso a la Monumental. Los dueños de los bares de la zona, los carniceros, los vendedores de puros, aguas, almohadillas y patatas fritas; los fabricantes de abanicos, los impresores de la cartelería, señalética y entradas... No todos los que van a perder con esta prohibición son empresarios taurinos o ganaderos de Lamborghini, picadero y rubia oxigenada con abrigazo de visón: también perderán -y más o todo, porque éstos no tienen asesores financieros-, los camareros de los baretos que te ponían la tapita antes (o después) de la corrida, los que echaban la manta con sus cuatro cosas para vender a la salida de la Monumental y otros tantos. Pero no importa, que les jodan, ¿no?
Pero qué más da: lo importante es quién ha ganado el pulso (porque de los toros, de los toros, en realidad... ¿se ha preocupado alguien en serio? no me joroben y, al menos, seamos consecuentes)
El nene
Estamos locos. Si a mí me dieran a elegir entre la vida humana más "insignificante" (entrecomillo porque no hay vida humana insignificante) y la Gioconda, quemaría ese cuadro que, al final, no es más que eso, un puñetero cuadro -y les habla un coleccionista de casi todo-. Pero abolir las corridas de toros en Cataluña, cuando casi simultaneamente se ha autorizado por la Generalitat la matanza de miles de jabalís llegando a usar venenos me parece, cuando menos, un poco incoherente, ¿no?.
Respeto a los agricultores, pero leche, creo que el mismo respeto se merecen todos los profesionales que vivían del toreo, y éstos no son solo los empleados directamente como consecuencia del negocio taurino, sino los hosteleros, los reventas, los que se sacaban unas pelillas ayudando a los guiris a conseguir entradas, los Tour operators que organizaban las excursiones ex profeso a la Monumental. Los dueños de los bares de la zona, los carniceros, los vendedores de puros, aguas, almohadillas y patatas fritas; los fabricantes de abanicos, los impresores de la cartelería, señalética y entradas... No todos los que van a perder con esta prohibición son empresarios taurinos o ganaderos de Lamborghini, picadero y rubia oxigenada con abrigazo de visón: también perderán -y más o todo, porque éstos no tienen asesores financieros-, los camareros de los baretos que te ponían la tapita antes (o después) de la corrida, los que echaban la manta con sus cuatro cosas para vender a la salida de la Monumental y otros tantos. Pero no importa, que les jodan, ¿no?
Pero qué más da: lo importante es quién ha ganado el pulso (porque de los toros, de los toros, en realidad... ¿se ha preocupado alguien en serio? no me joroben y, al menos, seamos consecuentes)
El nene
miércoles, 28 de septiembre de 2011
Momento de tranquilidad
Cierro los ojos y sólo los abro para contemplar el candor de la inocencia que se esfuerza. Y descanso, en este laberinto de desconciertos, en este baile a veces estúpido. En esta huída hacia adelante, desbocada a mil caballos de potencia: por ahora, sin ningún obstáculo que, una vez más, me haga volar y dar otras siete vueltas de campana (aunque esta vez, dudo que las sobreviviera)
Es difícil...
... Estar a todo cuando, continuamente, oyes algo que no quieres escuchar: un susurro, una suave canción que te avisa de lo que estás descuidando, que es aquello que, por mucho que lo ignores, no desaparecerá.
Intentamos huir, distraer, eludir lo que nos hace daño. Aquello que no nos queda más remedio que decidir, pensando que el tiempo -el gran amnésico-, lo arreglará por nosotros. Y nos sumergimos en alcohol, en el trabajo, en las mentiras, en las aventuras que nos dejan sedientos de trascendencia. En problemas estúpidos que engrandecemos para tener algo con que ocupar el tiempo.
Pero la voz no se calla: simplemente se desplaza del oído al sueño y, de día, del sueño al corazón, al que no podemos callar. Porque si le callamos, moriremos la muerte que tememos afrontar; el olvido supremo, aquel que no podemos paliar ni enfrentar recordándonos a nosotros mismos. Y por eso tenemos que seguir oyendo la jodida voz: que no es la de la conciencia (ya quisiéramos nosotros), sino la de la realidad, la del tiempo que apremia, tiempo que se acaba, que se agota, que fluye como arena entre las manos de un niño que, inocente, piensa vaciar la playa cubo a cubo.
Y en esa zona gris vemos nuestras huellas, continuamente borradas como si estuvieram estampadas en esa misma arena, vulnerable y sumisa al capricho de los gigantes; como palabras escritas con agua en el suelo del palacio de verano de Pekín; como la última representación de una obra de teatro ante un público de enfermos de Alzheimer. Y la voz no cesa. Y esperamos que quien quiera que la profiera se calle o se muera de una vez. Pero una mañana nos miramos al espejo, sobrios, especialmente despiertos... Y vemos que somos nosotros los autores de esa voz que no cesa: muertos en vida, vivos en muerte, en hibernación imperfecta (pues la arena del reloj sigue cayendo); en continua oxidación por los fotones que, saliendo de nuestra alma, rebotan contra una piel que hemos endurecido hasta no sentir nada. Y así hasta que ya no podemos más, y nos tiramos por el acantilado, nos tumbamos a esperar la muerte, la provocamos haciendo que el hígado -o el cerebro- exploten o, al fin, afrontamos el gran miedo, distinto en cada uno de nosotros...
A fecha de hoy, solo he visto un ser valiente como para afrontarlo. Y era un niño.
Intentamos huir, distraer, eludir lo que nos hace daño. Aquello que no nos queda más remedio que decidir, pensando que el tiempo -el gran amnésico-, lo arreglará por nosotros. Y nos sumergimos en alcohol, en el trabajo, en las mentiras, en las aventuras que nos dejan sedientos de trascendencia. En problemas estúpidos que engrandecemos para tener algo con que ocupar el tiempo.
Pero la voz no se calla: simplemente se desplaza del oído al sueño y, de día, del sueño al corazón, al que no podemos callar. Porque si le callamos, moriremos la muerte que tememos afrontar; el olvido supremo, aquel que no podemos paliar ni enfrentar recordándonos a nosotros mismos. Y por eso tenemos que seguir oyendo la jodida voz: que no es la de la conciencia (ya quisiéramos nosotros), sino la de la realidad, la del tiempo que apremia, tiempo que se acaba, que se agota, que fluye como arena entre las manos de un niño que, inocente, piensa vaciar la playa cubo a cubo.
Y en esa zona gris vemos nuestras huellas, continuamente borradas como si estuvieram estampadas en esa misma arena, vulnerable y sumisa al capricho de los gigantes; como palabras escritas con agua en el suelo del palacio de verano de Pekín; como la última representación de una obra de teatro ante un público de enfermos de Alzheimer. Y la voz no cesa. Y esperamos que quien quiera que la profiera se calle o se muera de una vez. Pero una mañana nos miramos al espejo, sobrios, especialmente despiertos... Y vemos que somos nosotros los autores de esa voz que no cesa: muertos en vida, vivos en muerte, en hibernación imperfecta (pues la arena del reloj sigue cayendo); en continua oxidación por los fotones que, saliendo de nuestra alma, rebotan contra una piel que hemos endurecido hasta no sentir nada. Y así hasta que ya no podemos más, y nos tiramos por el acantilado, nos tumbamos a esperar la muerte, la provocamos haciendo que el hígado -o el cerebro- exploten o, al fin, afrontamos el gran miedo, distinto en cada uno de nosotros...
A fecha de hoy, solo he visto un ser valiente como para afrontarlo. Y era un niño.
miércoles, 21 de septiembre de 2011
cinco de la mañana sin poder dormir
La última bomba atómica no será peligrosa
no nos esconderemos debajo de las mesas: saldremos al último día del sol
y, mirando el cielo, intentaremos descubrir la armonía de los últimos sonidos.
Nosotros, desnudos,
respirando
destruimos universos que ni siquiera conocíamos,
y las lágrimas no nos sirven para nada más que ver con más claridad
la desrucción que causamos.
No necesitamos
-no queremos-
paz.
Sólo no sentir
no sufrir
no doler
no mirar
no llorar
no oír.
Silencio, de noche y en el día que no acaba
una noche completa
en que
ya
nada se puede oir
porque nada queda
salvo
¿... algo...?
¿... lejos...?
¿...música...?
¿El sonido de un viejo album de fotos al cerrarse por última vez?
La electricidad estática y los rasguños del tiempo de un disco de pizarra de Gardel
que
sólo
era el único adorno de la casa que se derrumbó
sepultando
voces
recuerdos
cuadernos con notas ya borradas
camisas con el sudor de quienes ya no sudan
relicarios vacíos
lastas de ungüentos que una vez curaon
espejos ciegos
crucifijos de pasta de marfil
un trozo de menhir olvidado en el vale de Paredes
la cuerda de una guitarra, quemada por los extremos
una llave sefardí
la bandera raída conquistada al caído de una guerra
la cruz de caballero de Marseille
el cuadernillo que saint-Exupery llevó a su último vuelo
un vial de lágrimas de unicornio tras asomarse al mundo real
la primera botella de Coca cola
la convocatoria de plazas para el Gaff.
Una voz suave de mujer atrapada en una gramola diminuta
cantando una nana para mayores
-que la necesitan mucho más que los niños-.
Una carta de ajuste desajustada,
un laud.
Perlas hechas con lágrimas,
engarzadas en el collar del Señor de la suave monotonía,
del dulce olvido,
de la buscada y temporal ceguera del ojo, pero claridad de alma:
porque sólo en la oscuridad podemos ver la luz que no se ve,
oir la respiración,
la cadencia de los latidos,
la voz dulce, secreta e inamovible
de quienes sabíamos que no podían irse.
Capturar el último átomo vivo de aquel recuerdo que,
olvidado hasta hoy,
pequeño,
nos devuelve a la infancia.
Busco,
aspiro,
intuyo,
casi agarro lo que siempre se me escapa
y sólo en la madrugada,
en silencio,
consciente de que nadie hay y nadie está
pierdo una vez más lo que quizás nunca pueda alcanzar,
y la tristeza es mucho peor,
porque me habla del miedo de nunca ver,
nunca descansar,
nunca finalizar lo que ya solo quiero que empiece.
y lloro
y ansío
y rezo
y quiero
pero no quiero.
Y ese dolor
que duele tanto que no duele
lentamente
se apaga
como una canción triste
que canta un niño debajo de una mesa
esperando que el temblor pase,
que la bomba caiga
que ya nada pase
que quien le está soñando, despierte.
no nos esconderemos debajo de las mesas: saldremos al último día del sol
y, mirando el cielo, intentaremos descubrir la armonía de los últimos sonidos.
Nosotros, desnudos,
respirando
destruimos universos que ni siquiera conocíamos,
y las lágrimas no nos sirven para nada más que ver con más claridad
la desrucción que causamos.
No necesitamos
-no queremos-
paz.
Sólo no sentir
no sufrir
no doler
no mirar
no llorar
no oír.
Silencio, de noche y en el día que no acaba
una noche completa
en que
ya
nada se puede oir
porque nada queda
salvo
¿... algo...?
¿... lejos...?
¿...música...?
¿El sonido de un viejo album de fotos al cerrarse por última vez?
La electricidad estática y los rasguños del tiempo de un disco de pizarra de Gardel
que
sólo
era el único adorno de la casa que se derrumbó
sepultando
voces
recuerdos
cuadernos con notas ya borradas
camisas con el sudor de quienes ya no sudan
relicarios vacíos
lastas de ungüentos que una vez curaon
espejos ciegos
crucifijos de pasta de marfil
un trozo de menhir olvidado en el vale de Paredes
la cuerda de una guitarra, quemada por los extremos
una llave sefardí
la bandera raída conquistada al caído de una guerra
la cruz de caballero de Marseille
el cuadernillo que saint-Exupery llevó a su último vuelo
un vial de lágrimas de unicornio tras asomarse al mundo real
la primera botella de Coca cola
la convocatoria de plazas para el Gaff.
Una voz suave de mujer atrapada en una gramola diminuta
cantando una nana para mayores
-que la necesitan mucho más que los niños-.
Una carta de ajuste desajustada,
un laud.
Perlas hechas con lágrimas,
engarzadas en el collar del Señor de la suave monotonía,
del dulce olvido,
de la buscada y temporal ceguera del ojo, pero claridad de alma:
porque sólo en la oscuridad podemos ver la luz que no se ve,
oir la respiración,
la cadencia de los latidos,
la voz dulce, secreta e inamovible
de quienes sabíamos que no podían irse.
Capturar el último átomo vivo de aquel recuerdo que,
olvidado hasta hoy,
pequeño,
nos devuelve a la infancia.
Busco,
aspiro,
intuyo,
casi agarro lo que siempre se me escapa
y sólo en la madrugada,
en silencio,
consciente de que nadie hay y nadie está
pierdo una vez más lo que quizás nunca pueda alcanzar,
y la tristeza es mucho peor,
porque me habla del miedo de nunca ver,
nunca descansar,
nunca finalizar lo que ya solo quiero que empiece.
y lloro
y ansío
y rezo
y quiero
pero no quiero.
Y ese dolor
que duele tanto que no duele
lentamente
se apaga
como una canción triste
que canta un niño debajo de una mesa
esperando que el temblor pase,
que la bomba caiga
que ya nada pase
que quien le está soñando, despierte.
lunes, 19 de septiembre de 2011
El mar del antes, del durante y del después
El mar no es infinito, sino Eterno
Hecho de tiempo -no de olas-
de un tiempo cuyo fin no puede vislumbrarse, solo temerse,
(porque el día que el mar termine, ya no quedará nada).
El mar no es cruel, ni bondadoso:
es justo y, a veces, se ha de plegar al capricho de la única fuerza que le es superior:
la del peso de los universos, el peso de la luna a que adoraban los cazadores, los Moche, las sacerdotisas.
El mar no canta, ni susurra: ruge, o calla.
Las orillas del mar son tiempos olvidados a los que no se puede volver, una vez visitados. Eternamente cambiantes, ni esperan ni perdonan.
Testigos cruelmente imparciales de la sangre que se virtió en sus orillas,
de la lava que cristalizó en sus fondos,
de la lenta podredumbre de sus ahogados
de las canciones de las sirenas de Ulises
de los tesoros que, dormidos, ya no esperan a nadie
de la ira de los piratas
la desazón de los perdidos
la esperanza de quienes lo cruzaron buscando un futuro mejor
el sónar de los submarinos y el canto de las ballenas
la caza,
la luz de los peces abisales
la oscuridad de los pozos sin fondo
los otros mundos que laten al otro lado de sus fosas
las ciudades hundidas
las casas habitadas de corales
los restos de las focas que matamos
el ámbar gris
el semen de las ballenas
el semen de cada ahorcado de un palo mayor
el báculo de Moisés
los libros de Alejandría
la cámara de ámbar de San Petersburgo
los códigos de la Atlántida
el fuego griego
el aceite de piedra fenicio
las balas de los cañones españoles
los vestidos raídos de las damas que arrojaron a los tiburones
los juguetes de las niñas del Titanic
El oro de los dictadores
El mar no se venga, pero tampoco perdona:
no puede.
Y por eso, algún día, volveremos al mar del que salimos,
pero,
ese día,
no será en millones de años de evolución, sino en un suspiro,
el último
domingo, 11 de septiembre de 2011
Para Alex y Berta, con cariño
Neruda decía que podía escribir los versos mas tristes, esa noche. Yo, hoy y al contrario que el genio, podría escribir no los más buenos, pero sí los más alegres.
También podría recitar -casi de memoria- la Epístola de San Pablo a los Corintiosa (esa de que el amor perdona siempre, no es egoista...), que siempre viene bien, o hacer una emotiva reseña de la vida y andanzas de A. y B. Pero creo que eso sería, por logico, usual y esperable, poco para estos 2 chicos.
Mi corta experiencia me dice que, por mucho que nos esforcemos, y busquemos palabras y frases esplendidamente complejas, al final son siempre palabras sencillas como gracias, querer, luz, bello... las que, usadas con la sinceridad de la sencillez, se convierten en eternas, y por eso nunca pasan, ni se olvidan.
Por eso, no me he preocupado por mirar diccionarios, citas o vidas memorables cuando, si caminamos en linea recta lo suficiente, siempre llegamos al mismo punto de partida: porque el mundo es redondo y, por ello, sin fin.
Tambien por ello, aquí, y ahora, me bastan tres ideas para compartirlas con todos vosotros, aunque se que ya las sabeis:
- Que en esta boda no aprendemos nada nuevo, porque todos sabemos que A. y B. se quieren, casi desde siempre
- Que, eso sí, estamos aquí para celebrar de una puñetera vez por todas esa conciencia de que A. B., alterando las reglas de la matemática, no son dos, sino tres: A., B, y A&B
Que vemos cómo, segun pasan los años, cada vez hay mas poca gente que de verdad se quiera. Y lo que presenciamos hoy, en A y B, no cabe más remedio que celebrarlo: hoy, especialmente, pero tambien cada vez que les veamos, porque cada día que pasa, este mundo necesita mas que nunca la demostracion de que todavia queda gente que siente de verdad: que llora de verdad, que ama de verdad. Muy, muy poca, pero alguna queda gente de esta queda, como estos señores.
Por eso creo que nos hemos acercado hasta aquí, desde Madrid, Miami, San Sebastian... Para darles las gracias por ser así y pedirles por favor que no dejen de darme, de darnos, el ejemplo de cariño, compañía y lealtad que respiro siempre que les tengo cerca. Hoy celebramos juntos lo que ya sabíamos, es verdad, pero, sobre todo, lo que nos regalan, gratuitamente, siempre que estamos con ellos: la verdadera conciencia de que, en este puñetero mundo, todavía queda belleza, honestidad y corazón.
En cierto cuento un viajero, consternado, preguntaba al enterrador como es que en todas las lápidas ponía que tal o cual persona había vivido 2, 3, 4 años... Y ninguno de los muertos superaba la niñez, a lo que el viejo le contestaba que ellos solo apuntaban el tiempo vivido realmente, no el otro. A y B. han vivido cada minuto hasta el punto de que, en ellos, el tiempo verdaderamente vivido coincide con el cronológico, y cada minuto con ellos lo vivimos, nosotros tambien, de verdad: porque nos contagian lo que sienten entre ellos y, queriendose, nos quieren, y nos recuerdan que vivir no es respirar, sino sentirse vivo. Gracias por recordarnoslo, y no dejeis de hacerlo nunca.
También podría recitar -casi de memoria- la Epístola de San Pablo a los Corintiosa (esa de que el amor perdona siempre, no es egoista...), que siempre viene bien, o hacer una emotiva reseña de la vida y andanzas de A. y B. Pero creo que eso sería, por logico, usual y esperable, poco para estos 2 chicos.
Mi corta experiencia me dice que, por mucho que nos esforcemos, y busquemos palabras y frases esplendidamente complejas, al final son siempre palabras sencillas como gracias, querer, luz, bello... las que, usadas con la sinceridad de la sencillez, se convierten en eternas, y por eso nunca pasan, ni se olvidan.
Por eso, no me he preocupado por mirar diccionarios, citas o vidas memorables cuando, si caminamos en linea recta lo suficiente, siempre llegamos al mismo punto de partida: porque el mundo es redondo y, por ello, sin fin.
Tambien por ello, aquí, y ahora, me bastan tres ideas para compartirlas con todos vosotros, aunque se que ya las sabeis:
- Que en esta boda no aprendemos nada nuevo, porque todos sabemos que A. y B. se quieren, casi desde siempre
- Que, eso sí, estamos aquí para celebrar de una puñetera vez por todas esa conciencia de que A. B., alterando las reglas de la matemática, no son dos, sino tres: A., B, y A&B
Que vemos cómo, segun pasan los años, cada vez hay mas poca gente que de verdad se quiera. Y lo que presenciamos hoy, en A y B, no cabe más remedio que celebrarlo: hoy, especialmente, pero tambien cada vez que les veamos, porque cada día que pasa, este mundo necesita mas que nunca la demostracion de que todavia queda gente que siente de verdad: que llora de verdad, que ama de verdad. Muy, muy poca, pero alguna queda gente de esta queda, como estos señores.
Por eso creo que nos hemos acercado hasta aquí, desde Madrid, Miami, San Sebastian... Para darles las gracias por ser así y pedirles por favor que no dejen de darme, de darnos, el ejemplo de cariño, compañía y lealtad que respiro siempre que les tengo cerca. Hoy celebramos juntos lo que ya sabíamos, es verdad, pero, sobre todo, lo que nos regalan, gratuitamente, siempre que estamos con ellos: la verdadera conciencia de que, en este puñetero mundo, todavía queda belleza, honestidad y corazón.
En cierto cuento un viajero, consternado, preguntaba al enterrador como es que en todas las lápidas ponía que tal o cual persona había vivido 2, 3, 4 años... Y ninguno de los muertos superaba la niñez, a lo que el viejo le contestaba que ellos solo apuntaban el tiempo vivido realmente, no el otro. A y B. han vivido cada minuto hasta el punto de que, en ellos, el tiempo verdaderamente vivido coincide con el cronológico, y cada minuto con ellos lo vivimos, nosotros tambien, de verdad: porque nos contagian lo que sienten entre ellos y, queriendose, nos quieren, y nos recuerdan que vivir no es respirar, sino sentirse vivo. Gracias por recordarnoslo, y no dejeis de hacerlo nunca.
miércoles, 7 de septiembre de 2011
Pacino, Wilde, Beardsley y Luis Antonio de Villena
Como era lógico, tenía que hablar del Salomé de Al Pacino, tan similar en concepción a su mítico looking for Richard, pero no tanto por lo bien que queda hablar de esto, sino porque, a veces, el hado acaba juntando a gente excepcional de distintas épocas, en el mismo espacio e, incluso, en el mismo tiempo. Y como son casi las nueve, sigo en el curro y todavía tengo que hacer un informe, lo suelto crípticamente unido para que el que quiera, lo digiera.
Adoro los dibujos del "depravado" Beardsley que, apóstol del decadentismo, acabó sus días aferrado a una Biblia y a las obras de Santa Teresa. Beardsley hizo los dibujos para el Salomé de Wilde, a quien adoraba pero que, seamos sinceros, no acabó de quedar muy convencido con los dibujos. Wilde, conocido -y reconocido- homosexual de época, sufrió en sus carnes el escarnio no tanto de su orientación sexual, sino de haber metido mano a quien no debía -el hijo de John Sholto Douglas, AKA noveno marqués de Queensberry-. Cosa que también debió haberle ocurrido a Luis Antonio de Villena en los primeros tiempos de la movida (no tanto el meter mano, cuanto el sufrir el peso de su tempranamente reconocida homosexualidad, también dandy), más o menos por el tiempo en que escribió el prólogo para decadentes de la edición que Lumen sacó de la obra de Beardsley. Libro que se encuentra muy cómodo en mi casita junto con la reciente (y barroca) edición en lengua hispana del Salomé con los dibujos de Beardsley, que consultó al Pacino para hacer su reciente película:
a ver cuándo viene a España (la peli, no Beardsley), que ganas no faltan de verla.
Páselo Ud. bien en Australia, mi querida V.
... Un placer avoir fait votre connaissance, que diría cierto marsellés por Ud. conocido
martes, 6 de septiembre de 2011
la silla de J.
Hoy, la silla de J. cumple 20 años. Y aunque no nos dimos cuenta, este mediodía no hemos ido tanto a verle a él cuanto a dar gracias, en secreto, a su silla. A J. hace 20 años le dejaron sin coordinación de cintura abajo, y desde entonces ha luchado como ha podido contra su cuerpo y, sobre todo, contra la consciencia de que para él se acabó la vida tal y como era. Y es cierto, se volvió un cojo pelín puñetero, que se dice... bueeeno: no puñetero del todo, pero sí un poco insoportablote de tanto en tanto, echando pestes de toda la clase política tres veces al día - y no sólo en arameo, también en latín y griego clásicos, que para eso es catedrático de tales lenguas-.
J. ha estado alrededor desde que tengo memoria: fue compañero de mi padre, y le recuerdo en la piscina de Villaviciosa, presumiendo de atleta en su bicicleta estática mientras nosotros engullíamos con placer las croquetas de bolsa y el Danone de chocolate que allá, a principios de los 80, todavía eran primicias burguesas que mis papis me vedaban por hacer daño al estómago (después me vengué, de ahí los 78 Kgs. embutidos en mi exiguo 1,70). Luego llegó lo de la operación seguido de un paulatino e imparable deterioro físico que nunca pensaría que se ha prolongado durante 20 años. Pero ni la rehabilitación en el centro de parapléjicos de Toledo ni el progresivo deterioro motriz, las sondas o los 7 calambres diarios en todo el cuerpo le impidieron nunca coger el coche (debidamente preparado, se entiende) y llevarme de excursión por las cooperativas manchegas a buscar buen vino, encontrar restaurantes de toda la vida con buenos menús del día o, incluso, acompañarme en Tomelloso cuando más necesité a los míos.
Un buen día, dejé de pensar en J. Al menos, dejé de pensar en él todo lo que debía. Y hoy mi padre, harto ya de mutismo, nos embutió a mi hermano y a mí en un taxi y nos llevó a verle. Y ahi estaba él, con su silla de 20 años. El único problema es que la silla parecía flamante, y el que había envejecido sus 20 años más los 20 de la silla, era él. Y me he puesto a pensar lo hijos de puta que podemos llegar a ser, y cómo podemos anestesiarnos sin morfina ni nada, acallando las voces de aquellos a quienes una vez necesitamos pero ahora, por incómodos, simplemente dejamos aparcados. Y aparcar una silla es tarea fácil: lo difícil es aparcar el jodido martilleo que lleva arrancándome el corazón desde las cuatro de la tarde, y no me deja olvidar lo que he visto.
Felicidades, silla de J. Me gustaría que no estuvieras, pero eres tú, junto con la paciente F., quien ha estado, no yo. Pero no hay problema: conociéndome, mañana seguro que se me ha pasado, y ya no sentiré la losa encima que, a fecha de ahora, apenas me deja respirar.
Mañana, vuelta a pensar en pasarlo bien, en chicas y en todo lo que vale la pena, que ni yo ni nadie de mi generación hemos nacido para pasarlo mal. Aunque, en un cuento antiguo, creo recordar que un niño cortaba en dos la manta que su padre le había dado al anciano abuelo al abandonar a éste en la montaña para morir, y cuando el padre le preguntó a su hijo por qué dejaba al abuelo con sólo media manta, el niñó contestó:
-es que la otra mitad te la guardo para cuando sea yo quien te deje aquí.
J. ha estado alrededor desde que tengo memoria: fue compañero de mi padre, y le recuerdo en la piscina de Villaviciosa, presumiendo de atleta en su bicicleta estática mientras nosotros engullíamos con placer las croquetas de bolsa y el Danone de chocolate que allá, a principios de los 80, todavía eran primicias burguesas que mis papis me vedaban por hacer daño al estómago (después me vengué, de ahí los 78 Kgs. embutidos en mi exiguo 1,70). Luego llegó lo de la operación seguido de un paulatino e imparable deterioro físico que nunca pensaría que se ha prolongado durante 20 años. Pero ni la rehabilitación en el centro de parapléjicos de Toledo ni el progresivo deterioro motriz, las sondas o los 7 calambres diarios en todo el cuerpo le impidieron nunca coger el coche (debidamente preparado, se entiende) y llevarme de excursión por las cooperativas manchegas a buscar buen vino, encontrar restaurantes de toda la vida con buenos menús del día o, incluso, acompañarme en Tomelloso cuando más necesité a los míos.
Un buen día, dejé de pensar en J. Al menos, dejé de pensar en él todo lo que debía. Y hoy mi padre, harto ya de mutismo, nos embutió a mi hermano y a mí en un taxi y nos llevó a verle. Y ahi estaba él, con su silla de 20 años. El único problema es que la silla parecía flamante, y el que había envejecido sus 20 años más los 20 de la silla, era él. Y me he puesto a pensar lo hijos de puta que podemos llegar a ser, y cómo podemos anestesiarnos sin morfina ni nada, acallando las voces de aquellos a quienes una vez necesitamos pero ahora, por incómodos, simplemente dejamos aparcados. Y aparcar una silla es tarea fácil: lo difícil es aparcar el jodido martilleo que lleva arrancándome el corazón desde las cuatro de la tarde, y no me deja olvidar lo que he visto.
Felicidades, silla de J. Me gustaría que no estuvieras, pero eres tú, junto con la paciente F., quien ha estado, no yo. Pero no hay problema: conociéndome, mañana seguro que se me ha pasado, y ya no sentiré la losa encima que, a fecha de ahora, apenas me deja respirar.
Mañana, vuelta a pensar en pasarlo bien, en chicas y en todo lo que vale la pena, que ni yo ni nadie de mi generación hemos nacido para pasarlo mal. Aunque, en un cuento antiguo, creo recordar que un niño cortaba en dos la manta que su padre le había dado al anciano abuelo al abandonar a éste en la montaña para morir, y cuando el padre le preguntó a su hijo por qué dejaba al abuelo con sólo media manta, el niñó contestó:
-es que la otra mitad te la guardo para cuando sea yo quien te deje aquí.
El perdón y el olvido
Seguimos crispados. Con unos, con otros y, muy especialmente, con nosotros mismos. El jodido paro continua subiendo, la Lagarde y el franco suizo nos están penetrando por todas las fronteras, los líderes sindicales que tenemos al fin comienzan a mostrarse como lo que realmente son, id est, un hatajo de chupópteros que, sabiéndose descubiertos, están intentando ponerse a cubierto de la justa ira de los trabajadores... Y en medio de esta olla a presión en que nos hemos convertido, no soy capaz de ver ningún espacio, ningún momento, para la paz. Por eso me limito, hoy, a hacer un llamamiento de comienzo de año (porque el año comienza en septiembre, no en enero), a la paz: y con nosotros mismos, la primera. Con los demás, después.
Me ha tocado presenciar y sufrir, por bastantes motivos, un incremento de tensión humana que, si no logramos canalizar, temo nos lleve al casi-desastre colectivo. La gente contempla con mirada perdida un futuro que se nos ha ido a todos de las manos, un panorama que ya ni siquiera es desolador, porque se antoja, como el peor de los escenarios posibles, perdido. Si el lienzo fuera negro, podríamos cubrirlo con una nueva pátina y volver a empezar, pero es que el bastidor se ha caído a una sima de la que con dificultad podremos recuperarlo. Por eso necesitamos paz. Y no la paz de los líderes, los visionarios o los papas, sino la verdadera paz, que es la que viene del perdón y del recuerdo, no del olvido o, ya que estamos, la memoria. Porque el olvido es la muerte eterna de lo que pasó, y la memoria se usa para almacenar números (de muertos) o datos (de injusticias), pero no para aprender del pasado que no se debe olvidar. Necesitamos sentarnos con nosotros mismos y bucear en nuestros recuerdos para encontrar los momentos en que fuimos felices y, localizados, intentar revivirlos hoy, ahora: para recuperar la felicidad, que yo entiendo como pequeños y concrtísimos momentos en que logramos reconstruir la armonía del Universo en nuestras vidas.
hay pequeños momentos, cortos e intensos, en que miramos lo que nos rodea, nos miramos -desde fuera- siendo uno con lo que nos rodea, y en ese momento somos felices, porque percibimos que, al fin, todo está, y está bien, como debe estar. Y en esos momentos recordamos todo lo bueno, y perdonamos lo malo que, momentaneament, no desaparece, pero sí se aparta para dejar lugar a un sentimiento de tanta intensidad que llena todo lo que nos rodea. Y entonces, todo queda perdonado, porque sin perdón, no podemos ser enteramente felices.
Recuerdo aquella muerte de un viajante con Pepe Sacristán gigante, tremendo, que habría emocionado al mismo Miller y dejado en nada al gran Mamet. Y ahí, en el momento álgido de la obra, me di cuenta de que podemos perdonar a las personas sin mayor problema, pero lo que no podemos perdonar son las injusticias. El hijo del viajante, roto, seguía queriendo a su padre, pero el recuerdo de esas medias que el infiel regalaba a su amante mientras que su madre tenía que remendárselas, no le dejaba ser libre: y el hijo amaba a su padre, pero no podía olvidar las medias nuevas en contraste con las de su madre, llenas de remiendos que acabaron trasladándose al corazón del hijo. Por eso tenemos que aprender a perdonar sin olvidar, pero sin almacenar en la memoria ningún libro de rencores. Y por eso hoy, que volvemos todos (y yo, espero, al blog), esforcémonos por aceptar que hemos de perdonarnos a nosotros mismos, volver a empezar con el recuerdo de lo que hemos de mejorar y encontremos, de nuevo, el pequeño momento en que el universo bajó a nosotros y nos dió su armonía. Recuperémosla, y comencemos a construir, no desde cero, pero sí desde la ilusión que da saber que las oportunidades de ser, de hacer mejor, sí existen.
D.
Me ha tocado presenciar y sufrir, por bastantes motivos, un incremento de tensión humana que, si no logramos canalizar, temo nos lleve al casi-desastre colectivo. La gente contempla con mirada perdida un futuro que se nos ha ido a todos de las manos, un panorama que ya ni siquiera es desolador, porque se antoja, como el peor de los escenarios posibles, perdido. Si el lienzo fuera negro, podríamos cubrirlo con una nueva pátina y volver a empezar, pero es que el bastidor se ha caído a una sima de la que con dificultad podremos recuperarlo. Por eso necesitamos paz. Y no la paz de los líderes, los visionarios o los papas, sino la verdadera paz, que es la que viene del perdón y del recuerdo, no del olvido o, ya que estamos, la memoria. Porque el olvido es la muerte eterna de lo que pasó, y la memoria se usa para almacenar números (de muertos) o datos (de injusticias), pero no para aprender del pasado que no se debe olvidar. Necesitamos sentarnos con nosotros mismos y bucear en nuestros recuerdos para encontrar los momentos en que fuimos felices y, localizados, intentar revivirlos hoy, ahora: para recuperar la felicidad, que yo entiendo como pequeños y concrtísimos momentos en que logramos reconstruir la armonía del Universo en nuestras vidas.
hay pequeños momentos, cortos e intensos, en que miramos lo que nos rodea, nos miramos -desde fuera- siendo uno con lo que nos rodea, y en ese momento somos felices, porque percibimos que, al fin, todo está, y está bien, como debe estar. Y en esos momentos recordamos todo lo bueno, y perdonamos lo malo que, momentaneament, no desaparece, pero sí se aparta para dejar lugar a un sentimiento de tanta intensidad que llena todo lo que nos rodea. Y entonces, todo queda perdonado, porque sin perdón, no podemos ser enteramente felices.
Recuerdo aquella muerte de un viajante con Pepe Sacristán gigante, tremendo, que habría emocionado al mismo Miller y dejado en nada al gran Mamet. Y ahí, en el momento álgido de la obra, me di cuenta de que podemos perdonar a las personas sin mayor problema, pero lo que no podemos perdonar son las injusticias. El hijo del viajante, roto, seguía queriendo a su padre, pero el recuerdo de esas medias que el infiel regalaba a su amante mientras que su madre tenía que remendárselas, no le dejaba ser libre: y el hijo amaba a su padre, pero no podía olvidar las medias nuevas en contraste con las de su madre, llenas de remiendos que acabaron trasladándose al corazón del hijo. Por eso tenemos que aprender a perdonar sin olvidar, pero sin almacenar en la memoria ningún libro de rencores. Y por eso hoy, que volvemos todos (y yo, espero, al blog), esforcémonos por aceptar que hemos de perdonarnos a nosotros mismos, volver a empezar con el recuerdo de lo que hemos de mejorar y encontremos, de nuevo, el pequeño momento en que el universo bajó a nosotros y nos dió su armonía. Recuperémosla, y comencemos a construir, no desde cero, pero sí desde la ilusión que da saber que las oportunidades de ser, de hacer mejor, sí existen.
D.
viernes, 2 de septiembre de 2011
Desactivada la (momentanea) moderacion de comentarios
Siento el temporal atentado a la libre espontaneidad, pero despues de que un sujeto/sujeta tuviera la feliz idea de colgar mis datos personales en mi propio blog, no podía arriesgarme a que eso pasara durante mi mes en la meca de la censura, id est, sin poder remediarlo. A partir de ahora, y como siempre, lo que escribais aparecerá directa -e incontroladamente- publicado.
Saludos varios,
L
Saludos varios,
L
miércoles, 31 de agosto de 2011
La especial casta de los Sostres
Acabo de leer la crítica que el ínclito y objetivo Salvador Sostres ha hecho del Diverxo, así como la contracrítica -que no reivindicación, porque el Diverxo no necesita tal cosa- de de la Serna. Y pasado el cabreo inicial vuelvo a pensar, una vez más, lo que sufrían ciertos niños cuando en el recreo les quitaban el Tronkito, la Pantera Rosa, la tartaleta o el sobao pasiego que mamá primorosamente les metía diariamente en la cartera, ajena a la cruda realidad.
Este simpático tertuliano, de pinta pelín rara (brutaca) y humor dudoso cuando habla de niñas de 17 años, realmente no tiene la culpa de ser como es: seguro que de pequeño le quitaban el bollo día sí día también en el recreo, un buen dia juró vengarse de los tíos mejores que él (muchos, muchos, muchos), y pasados unos años se cayó del retrete, lo que motivó que, por el desorden de las sinapsis le viniera una -una sola, ojo- idea ingeniosa que se espabiló a plasmar en el medio de comunicación al uso... En fin, que solo tuvo una idea, se le agotaron las meninges y ahora el pobre no hace más que lo que hacen tantos planos hoy en día: tirar de la controversia barata para que le escuchen los que son como él.
Es obvio que a nadie le interesan las críticas de lo que es malo de por sí, porque ese tipo de críticas afluye naturalmente, y no asombra: esta gente necesita criticar lo bueno para que se les escuche porque, precisamente, es la crítica de lo bueno lo que sorprende a los demás. Y, sinceramente, no me asombra que un tío así critique los modos del personal del Diverxo porque, sencillamente, no está acostumbrado a ellos; peor, los etiqueta de afectados, "como de gay que todavía no se lo ha contado a su padre": macho, qué comentario tan ingenioso, nunca oído e inusitadamente original, de verdad. Si es que no hay cosa como que te tiren a la cara el bocata grasiento de bar barato de carretera para perder el oremus, Salvita. Sugeriré a los del Diverxo que la próxima vez que vayas, te pongan al lado de la mesa un expositor con las últimas casettes del Fary, el cabrero o Torrebruno y el pack de VHS's porno de la cole "conductor insatisfecho". Respecto a los platos fallidos y lo de que a quien Dios no da, San Pedro no se lo presta... bueno, quien diga que el mollete de trompeta de los muertos o el Sabu Sabu de pulpets no son la leche, no tiene ni puta idea de comida, oiga, se ponga como se ponga. Vengo de pasar un mes entero en Pekín -a que mola, si es que no se puede ser más cool (lo digo ya yo, para que no me lo ponga el pierdebollos de turno en algún comentario)-, y salvo la salsa de Sésamo, no he encontrado ningún plato, de ninguna de las 4 cocinas chinas o japonesas, que supere lo que he tomado allí. En lo atinente a Dios y los mediocres, si bien el crítico de eso sabe mucho, su operación de subsunción al caso concreto es, como era de esperar, otro desastre.
No soy amigo de David Muñoz y Angela (aunque me gustaría); hace mucho que no voy al Diverxo (nunca logro encontrar mesa, aunque es por culpa mía) y he comido en todo tipo de restaurantes (los que menta Salvita, los mejores de comida clásica y en las calles de más de una ciudad, más de una vez) y este simpático crítico cada vez se asimila más a aquellos que, por fracasados de toda la vida o por esconder la total carencia de ideas, recurren a la crítica fácil. Qué pena, pero esto es como todo: si este tipo de gente no tuviera su público, se estarían dedicando a cualquier otra cosa. La culpa no es de ellos, sino nuestra.
Cosas veredes, amigo Sancho
Este simpático tertuliano, de pinta pelín rara (brutaca) y humor dudoso cuando habla de niñas de 17 años, realmente no tiene la culpa de ser como es: seguro que de pequeño le quitaban el bollo día sí día también en el recreo, un buen dia juró vengarse de los tíos mejores que él (muchos, muchos, muchos), y pasados unos años se cayó del retrete, lo que motivó que, por el desorden de las sinapsis le viniera una -una sola, ojo- idea ingeniosa que se espabiló a plasmar en el medio de comunicación al uso... En fin, que solo tuvo una idea, se le agotaron las meninges y ahora el pobre no hace más que lo que hacen tantos planos hoy en día: tirar de la controversia barata para que le escuchen los que son como él.
Es obvio que a nadie le interesan las críticas de lo que es malo de por sí, porque ese tipo de críticas afluye naturalmente, y no asombra: esta gente necesita criticar lo bueno para que se les escuche porque, precisamente, es la crítica de lo bueno lo que sorprende a los demás. Y, sinceramente, no me asombra que un tío así critique los modos del personal del Diverxo porque, sencillamente, no está acostumbrado a ellos; peor, los etiqueta de afectados, "como de gay que todavía no se lo ha contado a su padre": macho, qué comentario tan ingenioso, nunca oído e inusitadamente original, de verdad. Si es que no hay cosa como que te tiren a la cara el bocata grasiento de bar barato de carretera para perder el oremus, Salvita. Sugeriré a los del Diverxo que la próxima vez que vayas, te pongan al lado de la mesa un expositor con las últimas casettes del Fary, el cabrero o Torrebruno y el pack de VHS's porno de la cole "conductor insatisfecho". Respecto a los platos fallidos y lo de que a quien Dios no da, San Pedro no se lo presta... bueno, quien diga que el mollete de trompeta de los muertos o el Sabu Sabu de pulpets no son la leche, no tiene ni puta idea de comida, oiga, se ponga como se ponga. Vengo de pasar un mes entero en Pekín -a que mola, si es que no se puede ser más cool (lo digo ya yo, para que no me lo ponga el pierdebollos de turno en algún comentario)-, y salvo la salsa de Sésamo, no he encontrado ningún plato, de ninguna de las 4 cocinas chinas o japonesas, que supere lo que he tomado allí. En lo atinente a Dios y los mediocres, si bien el crítico de eso sabe mucho, su operación de subsunción al caso concreto es, como era de esperar, otro desastre.
No soy amigo de David Muñoz y Angela (aunque me gustaría); hace mucho que no voy al Diverxo (nunca logro encontrar mesa, aunque es por culpa mía) y he comido en todo tipo de restaurantes (los que menta Salvita, los mejores de comida clásica y en las calles de más de una ciudad, más de una vez) y este simpático crítico cada vez se asimila más a aquellos que, por fracasados de toda la vida o por esconder la total carencia de ideas, recurren a la crítica fácil. Qué pena, pero esto es como todo: si este tipo de gente no tuviera su público, se estarían dedicando a cualquier otra cosa. La culpa no es de ellos, sino nuestra.
Cosas veredes, amigo Sancho
Ya he vuelto
... Y no digo más, porque tengo que "rectificar" a Sostres y su crítica al Diverxo. Pekín, un año más, excepcional -tendré que reflexionar sobre mi convencimiento de que no se debe volver a los sitios donde se ha sido feliz-; cada año tengo más claro que sólo quienes más valen se pueden permitir ser normales -abrazos a Daniel, Clinton, Mike, Mahdi, Rodion, Vlada, Sophie, Eva, Belén, Laura, Marianiki y Fuckyoulcountly: mereceis no un post, sino todo un blog aparte- y en fin, que ciertas cosas, si se plasman por escrito, pierden la inusitada e inexplicable belleza de unos contornos que sólo se pueden revivir íntegramente en sueños.
Aún no he vuelto de Pekín. Sigo ahí, y esta tarde hemos quedado a las 20:00 donde las cervezas, al lado de la Vita, para un hotpot y una Tequila night en el Sensation (o una power hour, o una excursioncilla, o uno de los árabes de Mahdi...)
L.
Aún no he vuelto de Pekín. Sigo ahí, y esta tarde hemos quedado a las 20:00 donde las cervezas, al lado de la Vita, para un hotpot y una Tequila night en el Sensation (o una power hour, o una excursioncilla, o uno de los árabes de Mahdi...)
L.
lunes, 25 de julio de 2011
Me largo (hala)
Mañana me largo al mismo sitio que el año pasado. Me encantaría escribir un largo hasta luego, pero estoy de vuelta de Tanger, molido tras unos días de música Tamazigh, pastela, ras el hanout, llaves sefardíes y ferry, y mañana por la mañana me esperan los de British Airways. Pepe estará por casa y espero que vosotros no me olvidéis, pues me temo que el bloqueo de blogger sigue en mi lugar de destino. Os dejo con Trecet, Alcanda, Gasset Dubois, Pumares, Russell, Puccini... A la vuelta veremos en qué acabó el tarado de Utoya (declarado inimputable, pues los noruegos no pueden aceptar que esto pase cabalmente en su país y, peor, a los suyos), si los USA al final se declararon en bancarrota -compren yuanes renminbi-, y tantas otras cosas.
Un abrazo y felices vacaciones a todos
Un abrazo y felices vacaciones a todos
martes, 12 de julio de 2011
"Heaven has no rage like love to hatred turned, Nor hell a fury like a woman scorned"
(the mourning bride, William Congreve)
:-)
:-)
lunes, 11 de julio de 2011
enésima licencia friki
jueves, 7 de julio de 2011
El San Francisco de Messiaen o "ahora comprendo a los milicianos"
A ver si me explico. Duración aproximada del bodrio, según la excrecencia de octavilla que ahora sustituye al antiguo cuadernillo: 5 horas con 45 minutos. eso sí, ahí estaban todos, oseatejuro, desde la realeza, encarnada en Doña Sofía y su hermanica, pasando por premios Nobel -advinen Uds. quien-, alcaldes de Madrid, Ministros, magistrados de las más altas instancias, jefes de gabinete, jovencillos con traje entallado y corbata de bufete importante con sus quieroynopuedas de vestidos inapropiados para el Madrid Arena... y el que suscribe, con su camisica camboyana comprada al hijo de Curro, a ver por dónde iban los tiros.
No soy de los que presumen de odiar la ópera contemporánea, tomarme un bocata después de haber cenado en un restaurante de cocina de autor o reirme de las performances de Arco, pero de verdad, no soy capaz de recordar cómo pude llegar vivo al final del Acto I. Supongo que el auditorio, tan imbuido de trajes nuevos del emperador, dirá que fue mítico, pero mítico, lo que es mítico, solo lo fueron los ronquidos de la mayor parte de los asistentes. Ni siquiera Ruiz Mantilla, en la crítica del País, ha sido capaz de instilar la más mínima emotividad en un texto que, igual que todos los que he leido al respecto, parece que no se atreve a describir lo visto ayer como lo que realmente fue: un tostón disfrazado de superproducción: vamos, que solo faltaban las gafas 3D.
Si yo quiero ver una cúpula que me mole, me voy al duomo de Florencia o a ver la de Zamora. Si quiero ver un huevo de músicos juntos, me acerco al conservatorio en fecha de exámenes, y si quiero ver cómo más de 130 voces pegan mugidos (pobres profesionales) me voy a un partido de tercera regional, que es su sitio. Pero si voy a una ópera contemporánea, no quiero ver ni otra puesta en escena metafórica (lo del leproso con el tapao de negro unidos simbólicamente mediante un lazo que se va deshaciendo es de traca: te echo de menos, Bieito), ni a un tío cuya única expresión es la que le han contado que debe tener un iluminado, ni una obra sólo superada en dinamismo y tensión por "cinco horas con Mario II: la siesta de Carmen". Por favor, señores, no me innoven con estas cosas y, se lo ruego, larguenme a Mortier, que nos la ha vuelto a meter otra vez, solo que ésta, el miedo a quedar de reaccionarios e incultos me huelo que nos va a impedir protestar. Tenían que haber visto la cara de Gallardón a la media hora del espectáculo de marras...
D.
viernes, 1 de julio de 2011
Miralles y su croissant
Centrado en las "nuevas adquisiones" olvidé colgar uno de los hitos del ingenio patrio, que es el maravilloso onanismo de MIralles, onanismo que encubre un peso específico de filosofía que deja frito. In other words, en todo hay belleza y en todo hay matemñatica. Y si la variable aurea no es más que una proporción matemática, la belleza es proporción, y el atractivo son las micras de imperfección de la misma. De modo que la pasión son las curvas no acotadas del Gran Arquitecto (no deduzcan otros significados, por favor), con que cubre una perfección universal. Esperemos encontrarla, si bien prefiero quedarme en la capa de belleza con que se cubre lo estructuralmente perdurable.
miércoles, 29 de junio de 2011
Los hombres de cal
En Asturias, las mujeres deciden cuando mueren. Los hombres en cambio, más débiles, sólo llegan al cómo. El Freitas no pudo decidir ninguno de los dos: murió de la peor de las soledades, de aquella que no se busca porque es ella quien te encuentra, y te encuentra solo. Pensamos que trazamos nuestro camino en la vida mediante las decisiones que tomamos, pero al final, cuando echamos la vista atras, no vemos más que una linea recta, sin desvíos ni incorporaciones, que nos ha llevado inexorablemente al lobrego salon de una casa vacía donde nuestros únicos compañeros son un puñado mal contado de recuerdos y la foto de un niño, sentado en un pupitre delante de un mapa de España, que nos devuelve la mirada de estupor, y nos confirma que al final morimos como nacemos: desnudos y sin saber qué nos esperará más allá del umbral del útero, del umbral de la muerte.
Juventino era pintor, y lo que pintaba, gustaba. Con la pintura pasa como con los vinos, y los mejores son, sencillamente, aquellos que más nos gustan, sea un Chateau d'Yquem o un Señorío de los Llanos. Quizas fuera el primer grafitero de España, pues los murales del Zabala o del antiguo hotel de Busto, que parecían haber nacido cocidos con cada ladrillo, no los hubiera cambiado la gente del pueblo ni por 100 Banksis. Pero ya no importa, porque de su obra no queda nada, borrada, demolida o tapada con una buena mano de cal viva. Pero a diferencia de la cal con que los curas de Franco remozaban los frescos de sus parroquias, la cal que tapó las obras del Freitas nunca fue viva y, por eso, no podrá resucitar lo que cubrió. A veces creo que no somos seres de carne y hueso, sino solo de cal: cal viva y cal muerta, y borramos a voluntad la memoria de quienes no llegaron a ser como o cuanto esperábamos. Y así nuestras carcasas son blancas de cal, igual que las órbitas de los ojos que se cierran para no ver los abusos, el abandono, la deliberada ignorancia. Los dientes son de cal, y con ellos desgarramos la carne de nuestros enemigos, no por hambre, sino por despecho, venganza o destrucción. Y por eso, cuando morimos, lo único que queda es nuestro calcio, porque lo poco bueno que tenemos desaparece al morir.
Al Freitas le borramos mucho antes entre todos, y así al pobre Juventino, borrado por todos, no le quedó más remedo que borarse a sí mismo, sólo que, en lugar de utilizar cal, usó el alcohol que no depura, sino que mancha hasta que destruye. Y así hinchó su hígado, que fue haciéndose amarillo (como la cal). Y también la piel le fue blanqueando, y el alma, y el corazón, hasta que un día que, ya transparente, se miró al espejo, pudo ver lo que pasaba a sus transparentes espaldas. Y lo que vió fue la gente que se reía de él, la gente para la que ya no existía: la gente para la que ya era transparente desde siempre. Y así se lo llevó la parca, en un acto de misericordia impropio, porque el mal ya nos preocupamos nosotros de infligírselo.
Cal, alcohol y olvido de sí son las iniciales del Caos. Pasan los meses, pasan los años, y Freitas, borrado, no tiene quien le recuerde: ni siquiera sus obras. Han pasado los años, y no he sido capaz de encontrar ni una puta foto suya: ni de él, ni de lo que creó. ¿Es que de verdad no queda nada? ¿De verdad somos capaces de borrar para siempre a alguien? ¿De verdad somos capaces de hacernos eso entre nosotros? ¿De verdad tenemos que bucear en la memoria para recuperar un puto gen, una puta partícula de ADN para escribir siquiera una línea? Por Dios, ¿siquiera una línea? ¿De verdad no nos quedan más cojones que fornicar y reproducirnos en el supremo acto de egoismo para procrear acólitos a quienes no quede más remedio que recordarnos?
No te preocupes, Freitas: donde tú estás, estaremos todos. Y estaremos igual de olvidados. De todas maneras, si no cambiamos, será lo que merezcamos: toda tu gente, todo tu país, todo tu mundo, toda tu creación. Duerme y no nos sueñes: suéñate a tí mismo, Juventino, y protégete así de nosotro, mi querido amigo. Yo no olvido tus paseos a pie hasta Luarca, ni tu fiel ramo de flores, que siempre supiste depositar ante quien desde el principio identificaste como la diosa que es. Solo por eso, por ser el primero que vio a la diosa escondida, ya merecerías ser recordado. Por mí, siempre.
Un abrazo, mi amigo a quien la desgracia amó.
Juventino era pintor, y lo que pintaba, gustaba. Con la pintura pasa como con los vinos, y los mejores son, sencillamente, aquellos que más nos gustan, sea un Chateau d'Yquem o un Señorío de los Llanos. Quizas fuera el primer grafitero de España, pues los murales del Zabala o del antiguo hotel de Busto, que parecían haber nacido cocidos con cada ladrillo, no los hubiera cambiado la gente del pueblo ni por 100 Banksis. Pero ya no importa, porque de su obra no queda nada, borrada, demolida o tapada con una buena mano de cal viva. Pero a diferencia de la cal con que los curas de Franco remozaban los frescos de sus parroquias, la cal que tapó las obras del Freitas nunca fue viva y, por eso, no podrá resucitar lo que cubrió. A veces creo que no somos seres de carne y hueso, sino solo de cal: cal viva y cal muerta, y borramos a voluntad la memoria de quienes no llegaron a ser como o cuanto esperábamos. Y así nuestras carcasas son blancas de cal, igual que las órbitas de los ojos que se cierran para no ver los abusos, el abandono, la deliberada ignorancia. Los dientes son de cal, y con ellos desgarramos la carne de nuestros enemigos, no por hambre, sino por despecho, venganza o destrucción. Y por eso, cuando morimos, lo único que queda es nuestro calcio, porque lo poco bueno que tenemos desaparece al morir.
Al Freitas le borramos mucho antes entre todos, y así al pobre Juventino, borrado por todos, no le quedó más remedo que borarse a sí mismo, sólo que, en lugar de utilizar cal, usó el alcohol que no depura, sino que mancha hasta que destruye. Y así hinchó su hígado, que fue haciéndose amarillo (como la cal). Y también la piel le fue blanqueando, y el alma, y el corazón, hasta que un día que, ya transparente, se miró al espejo, pudo ver lo que pasaba a sus transparentes espaldas. Y lo que vió fue la gente que se reía de él, la gente para la que ya no existía: la gente para la que ya era transparente desde siempre. Y así se lo llevó la parca, en un acto de misericordia impropio, porque el mal ya nos preocupamos nosotros de infligírselo.
Cal, alcohol y olvido de sí son las iniciales del Caos. Pasan los meses, pasan los años, y Freitas, borrado, no tiene quien le recuerde: ni siquiera sus obras. Han pasado los años, y no he sido capaz de encontrar ni una puta foto suya: ni de él, ni de lo que creó. ¿Es que de verdad no queda nada? ¿De verdad somos capaces de borrar para siempre a alguien? ¿De verdad somos capaces de hacernos eso entre nosotros? ¿De verdad tenemos que bucear en la memoria para recuperar un puto gen, una puta partícula de ADN para escribir siquiera una línea? Por Dios, ¿siquiera una línea? ¿De verdad no nos quedan más cojones que fornicar y reproducirnos en el supremo acto de egoismo para procrear acólitos a quienes no quede más remedio que recordarnos?
No te preocupes, Freitas: donde tú estás, estaremos todos. Y estaremos igual de olvidados. De todas maneras, si no cambiamos, será lo que merezcamos: toda tu gente, todo tu país, todo tu mundo, toda tu creación. Duerme y no nos sueñes: suéñate a tí mismo, Juventino, y protégete así de nosotro, mi querido amigo. Yo no olvido tus paseos a pie hasta Luarca, ni tu fiel ramo de flores, que siempre supiste depositar ante quien desde el principio identificaste como la diosa que es. Solo por eso, por ser el primero que vio a la diosa escondida, ya merecerías ser recordado. Por mí, siempre.
Un abrazo, mi amigo a quien la desgracia amó.
miércoles, 8 de junio de 2011
Me cago en la tortita de salvado de avena de Dukan...
.. y en los jodidos huevos sin yema/yemas sin huevo, que no saben a nada (pero ojo, que va el tío con dos cojones, y te suelta que "para que su consumo resulte más fino y menos monótono... se pueden preparar en forma de tortilla con cebolla picada o con yemas de espárragos para darles sabor": pedazo de explosión de sabor, compadre).
Y en el aspartamo, la Estevia (6,72 euros me han limpiado por 15 puñeteros gramos: desde luego, más ligerito de monedas sí que me siento) y demás edulcorantes, que no se disuelven ni a la de tres y luego te los encuentras ahí, agazapadas las tres pastillitas en el último sorbo, escondidas para que te las tomes de golpe al final y, ahí sí, te dan el trastazo asquedulzonazo que te deja con las papilas gustativas anestesiadas durante media hora.
Y en la mirada de la del departamento de "comida sana" del Corte Inglés que, después de contrastar visualmente lo deplorable de tu estado y ese peazo cuerpo Danonecaducado que tiene ante ella te dice, con ese tono sádico-paternalista que dan ganas de hacerla tragarse todo el Sheitan del expositor, que "no queda salvado de avena". Pero vamos a ver, niña de mis ojos de madre de reputación más que dudosa: ¿cómo no va a quedar algo que torna ligera la deglución de un polvorón envuelto en papel de lija, mujer?.
Y en los puñeteros 2 litros de agua al día, que no hago más que ir al baño a hacer pis. (Aviso: no se tomen un litro de agua de un solo trago, como yo he hecho esta mañana, que unos riñones que han devenido del tamaño de un anacardo por falta de uso no aguantan un torrrente acuoso tal, y lo desvían por el cauce trasero: lanzadito al baño que me ha tocado ir, y mira que me fastidia sentarme en el trono en mi lugar de trabajo...).
Y en la difícil decisión entre el sabrosísimo pollo sin piel, el tiernísimo pavo (sin piel pero, eso sí, con los dientes que me he dejado intentando masticarlo), la ternera magra (úsenla como Phyliss para los zapatos, funciona) y la siempre suave caza -aconsejo el faisán, que se derrite en la boca: Ummm, qué sabor más delicioso...-
Y en las albóndigas asadas de ternera al horno cuidando, claro está, de que el (poco) agua que les queda caiga a la bandeja inferior. Voy a exportar unas cuantas a Libia, para que los rebeldes las utilicen de munición antiaérea: Gadafi abdica en una tarde, seguro.
Y en la maravillosa salsa de yogur desnatado y granos de mostaza (sin más), que es lo único que puedo echar a los platos.
... obviamente, todo sin sal, señora, que retiene líquidos (voy a empezar a tomarla con los cubatas, para prolongar el chuzo del sábado... Uy, si tampoco puedo beber alcohol, que engorda un montón...). Ahora bien, no hay que preocuparse, que de todas estas cosas cocinadas sin sal, sin salsas, aceite (Uuuu, el demonio...), mantequilla o manteca, podemos tomar tanto como queramos, cuando queramos. No, si encima le vamos a tener que dar las gracias al gabacho y todo.
Y solo llevo tres días
Y en el aspartamo, la Estevia (6,72 euros me han limpiado por 15 puñeteros gramos: desde luego, más ligerito de monedas sí que me siento) y demás edulcorantes, que no se disuelven ni a la de tres y luego te los encuentras ahí, agazapadas las tres pastillitas en el último sorbo, escondidas para que te las tomes de golpe al final y, ahí sí, te dan el trastazo asquedulzonazo que te deja con las papilas gustativas anestesiadas durante media hora.
Y en la mirada de la del departamento de "comida sana" del Corte Inglés que, después de contrastar visualmente lo deplorable de tu estado y ese peazo cuerpo Danonecaducado que tiene ante ella te dice, con ese tono sádico-paternalista que dan ganas de hacerla tragarse todo el Sheitan del expositor, que "no queda salvado de avena". Pero vamos a ver, niña de mis ojos de madre de reputación más que dudosa: ¿cómo no va a quedar algo que torna ligera la deglución de un polvorón envuelto en papel de lija, mujer?.
Y en los puñeteros 2 litros de agua al día, que no hago más que ir al baño a hacer pis. (Aviso: no se tomen un litro de agua de un solo trago, como yo he hecho esta mañana, que unos riñones que han devenido del tamaño de un anacardo por falta de uso no aguantan un torrrente acuoso tal, y lo desvían por el cauce trasero: lanzadito al baño que me ha tocado ir, y mira que me fastidia sentarme en el trono en mi lugar de trabajo...).
Y en la difícil decisión entre el sabrosísimo pollo sin piel, el tiernísimo pavo (sin piel pero, eso sí, con los dientes que me he dejado intentando masticarlo), la ternera magra (úsenla como Phyliss para los zapatos, funciona) y la siempre suave caza -aconsejo el faisán, que se derrite en la boca: Ummm, qué sabor más delicioso...-
Y en las albóndigas asadas de ternera al horno cuidando, claro está, de que el (poco) agua que les queda caiga a la bandeja inferior. Voy a exportar unas cuantas a Libia, para que los rebeldes las utilicen de munición antiaérea: Gadafi abdica en una tarde, seguro.
Y en la maravillosa salsa de yogur desnatado y granos de mostaza (sin más), que es lo único que puedo echar a los platos.
... obviamente, todo sin sal, señora, que retiene líquidos (voy a empezar a tomarla con los cubatas, para prolongar el chuzo del sábado... Uy, si tampoco puedo beber alcohol, que engorda un montón...). Ahora bien, no hay que preocuparse, que de todas estas cosas cocinadas sin sal, sin salsas, aceite (Uuuu, el demonio...), mantequilla o manteca, podemos tomar tanto como queramos, cuando queramos. No, si encima le vamos a tener que dar las gracias al gabacho y todo.
Y solo llevo tres días
lunes, 6 de junio de 2011
Los porros del Ministro, la carta de Messiaen y los experimentos sin gaseosa de Mortier
Jorge de Burgos, el malvado bibliotecario ciego de "el nombre de la rosa", decía que al Abad le habían nombrado simplemente por haber sido capaz de subir el cuerpo inerte de San Francisco de Asís por unas escaleras. El Ministerio de Sanidad alerta siempre contra los efectos perniciosos de la Marijuana (sobre todo cuando se está decidiendo el nombramiento de un cargo importante), y la Historia nos dice que los chistes suelen ser de belgas, y que no hay nada peor que un ser despechado. Todo esto se juntó en el nombramiento del Señor Mortier que, por lo que hemos visto esta temporada, parece haberse fundado en la carta que adjunto (un año antes del deceso del genial ornitólogo sinestésico), así como en su origen Gantés y en el más que probable consumo de estupefacientes por los responsables al uso de Cultura, que debieron confundir a Messiaen con el de Haendel y pensar que Gantés era el apellido del Conde de Montecristo.
No hay cosa peor que la gente que no tiene ni idea, y cuando esto acontece en el nombramiento del Director del teatro Real, la cosa ya no tiene nombre: Entre el gorrión de 2 metros de la página en blanco (prefería el anuncio de Mixta de "te lo ha dicho un pajarito"), el flirteo pederasta y los taraos con careta de Mickey de Krol Roger y lo que temo podamos ver en el Madrid Arena este julio, no se por qué sigo abonado, salvo por una fe solo sustentada por Amelia y Julio, que si no, ya me había pulido el dinero del abono en celebraciones varias o, ya puestos, con un estafador profesional.
Señor Medina, observe Ud. la debida morrigerancia antes de dar el Visto Bueno a ciertos nombramientos, y no escuche a los que le venden el típico "jo, hay que ficharlo, que acaba de renunciar a dirigir la ópera de NY y esto es un chollazo". Qué leche de renuncia por recortes del presupuesto: a éste lo renunciaron a la fuerza, bajo la amenaza de que lo siguiente sería "suicidarlo". Y claro, dónde tenía que venir a parar sino a esta piel de toro, ya jodida de por sí: mañana voy a Sol con una pancarta para que lo cesen, que todo vale, y vuelva a su maravilloso Gante, con sus casitas con banderitas y su gloria pasada -que, por cierto, se la debe a la Mesta y las pelas que ganaron con los tejidos de nuestras ovejas-. Paíííísss, Señor...
No hay cosa peor que la gente que no tiene ni idea, y cuando esto acontece en el nombramiento del Director del teatro Real, la cosa ya no tiene nombre: Entre el gorrión de 2 metros de la página en blanco (prefería el anuncio de Mixta de "te lo ha dicho un pajarito"), el flirteo pederasta y los taraos con careta de Mickey de Krol Roger y lo que temo podamos ver en el Madrid Arena este julio, no se por qué sigo abonado, salvo por una fe solo sustentada por Amelia y Julio, que si no, ya me había pulido el dinero del abono en celebraciones varias o, ya puestos, con un estafador profesional.
Señor Medina, observe Ud. la debida morrigerancia antes de dar el Visto Bueno a ciertos nombramientos, y no escuche a los que le venden el típico "jo, hay que ficharlo, que acaba de renunciar a dirigir la ópera de NY y esto es un chollazo". Qué leche de renuncia por recortes del presupuesto: a éste lo renunciaron a la fuerza, bajo la amenaza de que lo siguiente sería "suicidarlo". Y claro, dónde tenía que venir a parar sino a esta piel de toro, ya jodida de por sí: mañana voy a Sol con una pancarta para que lo cesen, que todo vale, y vuelva a su maravilloso Gante, con sus casitas con banderitas y su gloria pasada -que, por cierto, se la debe a la Mesta y las pelas que ganaron con los tejidos de nuestras ovejas-. Paíííísss, Señor...
lunes, 30 de mayo de 2011
El tiempo, que todo lo mata
En este mundo es importante saber cuando ha llegado la hora de irse. No de abandonar, ni de claudicar (porque no hay que claudicar nunca), pero sí de irse, y más cuando lo que había que conseguir, ya se ha conseguido. Si la gente del 15-M hubiera leantado el campamento el día de las elecciones, habría pasado a la historia como el movimiento que fue escuchado y supo cuándo retirarse: una vez sembrada la mejor de las semillas, que no es la de la duda o la del desconcierto, sino la de la esperanza. Pero la insistencia en seguir cuando todo ha acabado, ha acabado, también, con su grandeza, y le han hecho el juego a los políticos que tanto denostaban. Lo que empezó como un movimiento de todos para todos que sentó un ejemplo para el mundo, acabará como un desalojo más de okupas egoistas y antisistema, y todo por culpa de una minoría, pues la mayoría del movimiento, la que verdaderamente lo empezó, se fue hace mucho a sus casas, a trabajar y soñar con una nueva oportunidad de clamar por lo que es justo. Qué pena.
martes, 24 de mayo de 2011
El tiempo circular
El Auryn lo cerraban dos serpientes que se mordían la cola, para que la maravilla de su interior no saliera nunca.
El tiempo tiene varias dimensiones, corre a varias velocidades y no es único.
Si me pongo a caminar en línea recta y sigo suficiente tiempo, vuelvo al mismo sitio.
Cambiamos para poder seguir siendo los mismos (quizás no íntegros, pero... -homenaje al Lampedusianismo de Rafa-),
Las modas, las revoluciones y las ideas son pendulares y,
si pienso lo suficiente,
a menudo llego a la primera conclusión, que creé en un nanosegundo.
Javieru (que viene de Etxebarría y es un apellido, gracias D. Xabi) creó la tempura porque no podía olvidarse de su pescadito rebozado,
a Marco Polo le salió la Pizza tras traer la pasta de China, y
David Muñoz no puede evitar pensar en las tapas cuando hace magia.
Todo es un círculo al final, y los círculos son eternos, que nos recordaría Mr. Whisper poco antes de que el Diablo, como a Fausto, le reclamara su deuda.
D.
(Lo que hay encima del gramófono es un iphone modificado con un amplificador bone de trompetilla que no precisa energía alguna para magnificar el sonido 20 veces: exatamente igual que el mecanismo sobre el que está apoyado, implementado por Pathé hace 100 años. Todo sigue igual, y siempre volvemos a la fuente).
El tiempo tiene varias dimensiones, corre a varias velocidades y no es único.
Si me pongo a caminar en línea recta y sigo suficiente tiempo, vuelvo al mismo sitio.
Cambiamos para poder seguir siendo los mismos (quizás no íntegros, pero... -homenaje al Lampedusianismo de Rafa-),
Las modas, las revoluciones y las ideas son pendulares y,
si pienso lo suficiente,
a menudo llego a la primera conclusión, que creé en un nanosegundo.
Javieru (que viene de Etxebarría y es un apellido, gracias D. Xabi) creó la tempura porque no podía olvidarse de su pescadito rebozado,
a Marco Polo le salió la Pizza tras traer la pasta de China, y
David Muñoz no puede evitar pensar en las tapas cuando hace magia.
Todo es un círculo al final, y los círculos son eternos, que nos recordaría Mr. Whisper poco antes de que el Diablo, como a Fausto, le reclamara su deuda.
D.
(Lo que hay encima del gramófono es un iphone modificado con un amplificador bone de trompetilla que no precisa energía alguna para magnificar el sonido 20 veces: exatamente igual que el mecanismo sobre el que está apoyado, implementado por Pathé hace 100 años. Todo sigue igual, y siempre volvemos a la fuente).
sábado, 21 de mayo de 2011
Vive le soixantweet
Es la primera vez que surge un movimiento así: sin adscripción política, sin violencia, sin cargas, recargas o contracargas. Ni el 68 de las pedradas, ni las convulsiones Arabes... Como no nos han dado esperanza, la hemos tenido que crear. Y la esperanza tarda en nacer, pero una vez está, se contagia como el mejor de los virus: el virus de que otro mundo sí es posible cuando decenas de miles se hacen un cuerpo, con una sola voz y una voluntad única de gritar la decepción, la pacifica rabia, la muerte de la indiferencia a manos de la solidaridad. Animo, porque vosotros sois todos
jueves, 19 de mayo de 2011
lunes, 16 de mayo de 2011
El cuscus de Inés
Me encantaría decir una frase tipo "una de las cosas mejores de los moros es el cuscús", pero me echarían a los perros por faccioso, fascista, fascineroso, fatwable y un montón de f... más (entre ellas, fucked-up, que no es castellano, pero lo entienden todos, moros y cristianos). En fin, que se me va el hilo, cuando lo cierto es que quiero glosar las bondades de la comida que ayer nos hizo Inés, la madre de Dani, nacida en Castillejo en los tiempos en que era la frontera de la colonia española. Cuyos padres, a su vez, se arruinaron por fiar a todo quisqui en su tienda-cantina-casa de postas (español o no español, allí nadie pagaba) y que hace una comida marroquí que alucina. Ya cuando probé el arroz con Kefta debería haber imaginado que tenía que bajar el ritmo de deglución, pero estaba todo tan bueno.. y así acabé, pancho en el sofá, como Asuranceturix en el escudo Arverno, pidiendo la eutanasia com-pasiva. Y así, con la asistencia de un buen tinto del Bierzo y la apoteosis de los roscos listo-tontos, acabamos la velada: olé Inés, y olé esa peazo comida. Si es que estoy del comer es la leche, señores: viva la comida marroquí, la comida sefardí y la comida libanesa. Vamos, que mañana me vuelvo a enfrente de la mezquita de Tetuán a meterme otros rollitos de arroz envueltos en hoja de parra, que mira que lo hacen bien en el Rania...
Los cuentos de hadas son incompatibles con las segundas partes
Siempre me pregunté cómo habrían sido las segundas partes de Pretty Woman, la bella durmiente o Blancanieves: parejas que no se conocen, presas de coups de foudre inexplicados e inexplicables o cegadas por los oropeles del poder, la fortuna o el rango: ¿y tenemos que creernos que fueron "felices por siempre"? El único final digno que he leido nunca para un cuento de hadas no se encuentra en un cuento, sino en una Epopeya, la de la Torre Oscura, de Stephen King, muy al final, cuando dos de los protagonistas se reencuentran, en otro mundo. Y Stephen King -mejor de lo que la mayoría piensa- razona algo así como que fueron todo lo felices que pudieron: tuvieron momentos buenos, momentos malos; momentos increibles y momentos en que todo estuvo a punto de caer: pero tuvieron una vida juntos, y no una mera oportunidad.
Así es el mundo, en que el mejor final a veces se encuentra en un relato de terror, y los finales de pesadilla son a menudo el corolario de una bonita boda, con sesión de fotos en el Parque del Capricho y boda de 400 asistentes en el Casino de Madrid.
Así es el mundo, en que el mejor final a veces se encuentra en un relato de terror, y los finales de pesadilla son a menudo el corolario de una bonita boda, con sesión de fotos en el Parque del Capricho y boda de 400 asistentes en el Casino de Madrid.
lunes, 9 de mayo de 2011
Un cementerio musulman en medio de los bosques de Asturias
Me habían dicho que existía, aunque no me lo creí. Me habían justificado que en el medio de un bosque asturiano, escondido del mundo y abandonado a la buena de Dios -o de Alá-, reposaran, inquietos, los restos abandonados de los regulares que acudieran primero a sofocar la revuelta de Asturias del 34 y, posteriormente, a ayudar a Franco contra los Republicanos. Y tras mucho buscar, ahí estaba: protegido en su día por una fortificación, un arco de medio punto abría las puertas a un espectáculo sorprdente y triste: el de un abandono tan absoluto que ni siquiera se había tomado la molestia de destruir el recinto. Y así, protegido por un muro en estado casi perfecto de conservación, simplemente no había nada: ni una señal que anunciara, ni una lápida con algun oración, ni un trozo de piedra rota con caracteres árabes. Nada. No se si descansan o no; desconozco si ayudaron a Franco, fueron contra él... lo cierto es que duermen a miles de Kilómetros de sus jaimas, de sus familias, de sus mezquitas... y nadie les recuerda: ni siquiera, sus propias tumbas.
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lugares que sí existen -aunque lo neguemos-
viernes, 6 de mayo de 2011
Cocina para cuarentones cachondos
A raíz de unos cursos de cocina japonesa y árabe que me hicieron impartir (gracias por los consejos ceutís, Inés), estoy pergeñando un opúsculo/seminario de cocina para tíos como yo y tantos otros, caracterizados por una edad rarita, estado civil más rarito todavía y ganas de aprender a hacer cosicas culinarias varias. El objetivo, crear un man-culinary-machine espabilao que sepa quedar a la altura de cualquiera de los atolladeros en que esta rara vida del s.XXI nos pone. Está pensado para 5 tardes, y las sesiones/capítulos serían 5, a saber:
1.- Gracias a Dios por la Perfekt (AKA "los cocidos me los hago yo, no me los trae mamá en tuppers")
a) Cocinacuchara (lentejitas, fabadita y el famoso potajecuaresma de la abuela)
b) El cocidaco (para que te puedas echar tantos huesos de tuétano, morcilla y tocino como quieras sin que la mami te diga que estás como una foca y vas a reventar)
c) Flipachurris (rabo de toro a la Esther, carrillera a la Alfajeme y pavo a las ciruelas de California: en todos se puede echar alcohol y una pizca miel)
2.- Pastas y pizzas
a) Salsas y Fantasía 2011: todo vale con tomate
b) Gnoccis, raviolis, capelletti... qué elegir y cómo hacerlos si hay huevos (el síndrome "maquinita de Wall Street para alucinar a Daryl Hannah")
c) Selección de Pizzas: la Sirena, el Día, Casa Tarradellas. Su enriquecimiento
d)Colores y sabores: la pasat negra, el tomate desecado, las ñoras y las angulas
e) Lo bien que se queda con el risotto y lo poco que distingue la gente las setas
3.- Japochino
a) cocina de Wok o "el Wok se ceba, como las botas de vino o los mates"
b) Cómo amputarse un dedo con la cocina japonesa: Makis y origami de nori
c) El Hot Pot y lo bien que quedas (a la mierda la démodé raclette)
4.- Cocifashion -cuando no se te pueden quejar porque los nombres molan-:
a) Esferificaciones
b) Micuí, foies y mermeladas
c) La trufa blanca y lo que nos venden como tal
d) El tomate desecado, las ñoras, azúcar avainillado, sal maldon y lo que te rondaré morena
5.- Cocina rápida que te cagas (o "yo sí quiero que me des la lata y, de paso, que me la abras"):
a) Pasta de marisco fantasma a la Maisdecare
b) Surimigulas a la Valdemoro Jury
c) Supersalsa de Mostaza
d) Patorrapavo a "the fly"; es decir, mutada en jabalí a las finas hierbas: si es que eso de marinar...
d) La cocina de Belén Esteban: el mundo de las latas, la mortadela y los bocatas imposibles
Para maridajes y divorzajes, sólo una ley: lo que ella se beba con gusto, que será dulzón y de aguja (qué se le va a hacer...)
D.
1.- Gracias a Dios por la Perfekt (AKA "los cocidos me los hago yo, no me los trae mamá en tuppers")
a) Cocinacuchara (lentejitas, fabadita y el famoso potajecuaresma de la abuela)
b) El cocidaco (para que te puedas echar tantos huesos de tuétano, morcilla y tocino como quieras sin que la mami te diga que estás como una foca y vas a reventar)
c) Flipachurris (rabo de toro a la Esther, carrillera a la Alfajeme y pavo a las ciruelas de California: en todos se puede echar alcohol y una pizca miel)
2.- Pastas y pizzas
a) Salsas y Fantasía 2011: todo vale con tomate
b) Gnoccis, raviolis, capelletti... qué elegir y cómo hacerlos si hay huevos (el síndrome "maquinita de Wall Street para alucinar a Daryl Hannah")
c) Selección de Pizzas: la Sirena, el Día, Casa Tarradellas. Su enriquecimiento
d)Colores y sabores: la pasat negra, el tomate desecado, las ñoras y las angulas
e) Lo bien que se queda con el risotto y lo poco que distingue la gente las setas
3.- Japochino
a) cocina de Wok o "el Wok se ceba, como las botas de vino o los mates"
b) Cómo amputarse un dedo con la cocina japonesa: Makis y origami de nori
c) El Hot Pot y lo bien que quedas (a la mierda la démodé raclette)
4.- Cocifashion -cuando no se te pueden quejar porque los nombres molan-:
a) Esferificaciones
b) Micuí, foies y mermeladas
c) La trufa blanca y lo que nos venden como tal
d) El tomate desecado, las ñoras, azúcar avainillado, sal maldon y lo que te rondaré morena
5.- Cocina rápida que te cagas (o "yo sí quiero que me des la lata y, de paso, que me la abras"):
a) Pasta de marisco fantasma a la Maisdecare
b) Surimigulas a la Valdemoro Jury
c) Supersalsa de Mostaza
d) Patorrapavo a "the fly"; es decir, mutada en jabalí a las finas hierbas: si es que eso de marinar...
d) La cocina de Belén Esteban: el mundo de las latas, la mortadela y los bocatas imposibles
Para maridajes y divorzajes, sólo una ley: lo que ella se beba con gusto, que será dulzón y de aguja (qué se le va a hacer...)
D.
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